Hoy escribe en Amigos Viajeros Albert Cabestany. Él ha llamado a su post «Viajando por Trabajo» pero igual lo podía haber titulado «Viajando por deporte» porque Albert es piloto profesional de motos con un palmarés de vértigo. Ha sido campeón del Mundo trial indoor en el 2002, de España tanto indoor (2002, 2003, 2006 y 2008) como outdoor (2002). Representando a España ha sido 23 veces (¡sí, sí, 23 veces!) campeón del Trial de las Naciones, 14 veces outdoor y 9 veces indoor.
En tu caso te deseo alas, viento… ¡y casco! ¡Muchas gracias amigo!
Viajar por trabajo tiene sus ventajas e inconvenientes. Yo personalmente, me quedo mas con las ventajas. Siempre me ha gustado ver mundo y gracias a este trabajo (a parte de ser mi afición) he podido ver un montón de lugares distintos y conocer a gente maravillosa.
Es verdad que, mi manera de viajar ha ido cambiando a medida que han pasado los años. La inquietud por ver mundo creció a medida que fui haciéndome mayor, y esto también me ayudó a nivel de la competición realizándome a nivel personal.
Mis primeros viajes a las competiciones eran con una Renault Express y una tienda de campaña. Íbamos mi padre y yo a la aventura (entonces yo tenía menos de 14 años). De estos viajes también saqué muchas experiencias y me puedo sentir privilegiado de haber visto mundo ya de pequeño.
Después vinieron los viajes en auto caravana, otra odisea mas que me ofreció la ocasión de viajar con “la casa a cuestas”. Aunque realmente, cuando descubrí el hotel…
En seguida que me lo pude permitir, vendimos la auto caravana y decidimos desplazarnos en furgoneta (hasta 1000 km de distancia) o en avión. Aquí es donde empecé a poder aprovechar mas el tiempo y poder visitar los lugares donde competía, ya que tenía libertad para poder quedarme unos días después de las carreras y volver en avión.
La competición empezaba un sábado y terminaba en domingo, antes era imposible hacer de turista, ya que nos teníamos que preparar para la competición, así que la opción era quedarme unos días después del campeonato. Aunque tampoco era tan fácil ya que a veces a la semana siguiente teníamos competición y debíamos prepararnos y entrenar y volvíamos a casa el mismo domingo después de competir.
Debo decir, que el hecho de quedarme unos días en el país después de las competiciones era en países lejanos (Japón o Estados Unidos, por ejemplo), y en el resto de los países, la mayoría europeos, ni tan siquiera me quedaba.
Para la familia tampoco era fácil, ya que como he mencionado, las competiciones eran en fin de semana, y lo normal es que en fin de semana la gente no trabaje. Pero una ventaja de hacerlo en fin de semana es que durante la semana podía ir a recitales de música de mis hijas, llevarlas al colegio y pasar las tardes con ellas, y eso no todos los padres lo pueden hacer. Además, siempre que podía ellas venían los fines de semana a animarme en el trial. Al final era un fin de semana en familia.
Lo que conozco mas de cada país, son los aeropuertos y la zona en concreto donde competíamos, ya que esta modalidad de moto necesita estar en zonas montañosas lejos de las ciudades o pueblos.
Una de las mejores cosas de viajar por trabajo es el hecho de conocer a gente de diferentes países, de aprender su idioma (gracias a mi trabajo he aprendido inglés, italiano y francés), crear vínculo con el equipo y sobretodo el saber moverte por el mundo. ¡Esto no tiene precio!
Cuando a veces le dices a alguien que vas a estar unos cuantos días en Japón, ellos te contestan, “¡Qué suerte!”. Yo les digo que sí, pero no por el tema de poder viajar como ellos lo harían (que no es el caso), sino porque lo bueno que me llevo es la gente de allí, porque hay lugares que los repites cada año y al final creas un vínculo con algunas personas de ese país que perdura en el tiempo.
Así que, desde mi opinión creo que lo mejor de viajar por trabajo no es visitar mundo, sino el conocer el país de otra manera que la de turista, conociendo a gente, el idioma, la comida y sentirme como en casa.