Amigos Viajeros. Quim Carreras. La aventura de cruzar el Atlántico en solitario.

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No puedo decir que hay un post de Amigos Viajeros que me haga especial ilusión porqué todos me encantan y todos son de personas especiales. Pero si es cierto que Quim Carreras es para mí un icono.

Es la primera persona de mi pueblo, Begur, que dio la Vuelta al Mundo y, por tanto, de alguna forma, es mi precursor y el espejo en el que me miro. Además lo hizo por mar, lo cual es una hazaña al alcance de muy pocos. Por si eso no fuera suficiente ha hecho varias veces la travesía del Atlántico en solitario. No te digo más. Quim es grande y su humildad le hace enorme. Solo leer su escrito, sus reflexiones sobre la soledad, los retos personales, la aventura, el riesgo, el control mental y la ilusión se me ponen los pelos de punta. Él escribe en catalán, nuestra lengua. Tras el original, lo hemos traducido al castellano para que todos lo podáis disfrutar.
Gràcies Quim.

» L’aventura de creuar l’Atlàntic en solitari.

Ja han passat més de deu anys de la meva primera travessa de l’Atlàntic en solitari. Concretament el 8 de gener del 2006 sortia de Sotogrande (Càdis) rumb a Martinica, al Carib.

Encara avui, quan em pregunten perquè vaig creuar en solitari, no sé que respondre. Suposo que és un repte personal, demostrar-te a tu mateix que ets capaç de fer-ho. Però el que si tinc clar després de navegar durant 24 dies, és que la navegació en solitari enganxa. El risc val la pena. L’aventura esdevé màxima. Les vivències, les emocions i tot el que implica la navegació es magnifica.

De fet, després d’aquell cop vaig creuar dues vegades més l’Atlàntic en solitari i si he deixat der fer-ho és per no fer patir als qui m’estimen, que són el qui realment ho passen malament.

Creuar l’Atlàntic, una de les grans aventures que es poden viure avui en dia. La immensitat de l’oceà, la incertesa de les condicions meteorològiques i els perills ocults que ens podríem trobar enmig del mar, com ara un contenidor surant, o un simple tronc, ens poden portar a situacions indesitjables on ens hi podem jugar fins i tot la vida. Aquí, és on la part psicològica esdevé importantíssima. Has de procurar ser positiu en tot moment i relativitzar les coses que no surten com un voldria i reforçar les que estan anant bé. Qui es llença a una gesta com aquesta, ho fa per gaudir dels moments bons i superar els moments dolents, però en cap cas, queixar-se del que li pugui succeir. No ens podem queixar del fred, ni de la son, ni del mareig, ni de res de res…

És cert, que la vida a bord d’un solitari ha millorat molt. Els pilots automàtics són els autèntics herois, ja que no deixen de governar, mentre tu et pots dedicar a altres coses. Les maniobres d’avui en dia també han simplificat i disminuït l’esforç, al qual t’has de sotmetre. Enrotlladors a les veles de proa, mitjons als espinàquers o asimètrics, electrònica molt avançada, et permeten gaudir de la navegació i dedicar més esforços a la seguretat i evitar els perills.

Un dels grans problemes dels solitaris és la son. Si anem a dormir no hi ha ningú que vigili i això pot acabar en desastre. Però està clar que tampoc podem estar 24 dies sense dormir.

Jo per la meva part dormia en períodes de 30 minuts a la nit. Un petit despertador m’indicava que la mitja hora ja havia passat i pujava a coberta, donava una ullada a l’horitzó i si tot estava bé, prosseguia dormint.

Durant el dia, compensava la falta de son amb bones migdiades després de dinar. Això de dormir més durant el dia, és raonable perquè durant el dia, és més fàcil que un altre vaixell et vegi, i d’aquesta manera et podrà esquivar, en canvi a la nit, no és fàcil de veure un petit llum enmig de la immensitat.

Sempre he pensat que a mar mai no en saps prou. Hi ha imprevistos, situacions o condicions desconegudes a les que t’has d’enfrontar per primer cop. Tant se val si tens molta o poca experiència, el detall més insignificant et pot descol·locar.

De fet, quan em vaig decidir per aquest repte, era plenament conscient que estava capacitat per fer-ho, si més no, sabia que era capaç de navegar sol i executar totes les maniobres que fossin necessàries. Això no em preocupava. El que si m’amoïnava era precisament el fet d’estar sol tant temps. Mai hi havia estat i no sabia com m’afectaria la solitud.

No et pots fer a la mar si no sents unes pessigolles a l’estómac… Aquest respecte i navegar des de la humilitat, amb molta precaució i sense refiar-te mai, et portarà a bon port. Això si, has de ser sempre coneixedor i admetre que l’Oceà és superior a tu, i si mai et vol demostrar la seva força, provablement no hi tinguis res a fer.

Al llibre “Parlant des de l’Atlàntic” , explico de manera planera totes les vivències a bord del Bora Bora, que és el veler amb qui vaig compartir l’aventura. Junts vam superar totes les adversitats i vam assolir la fita.

Després de creuar l’Atlàntic en solitari tres vegades, ja havia arribat el moment de trobar un nou repte: Una volta al món a vela.

Joaquim Carreras

www.nauticacarreras.com

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(traducción al castellano)

» La aventura de cruzar el Atlántico en solitario.

Ya han pasado más de diez años de mi primera travesía del Atlántico en solitario. Concretamente el 8 de enero del 2006 salía de Sotogrande (Càdiz) rumbo a Martinica, en el Caribe.

Aun hoy, cuando me preguntan por qué crucé en solitario, no sé qué responder. Supongo que es un reto personal, demostrarte a ti mismo que eres capaz de hacerlo. Pero lo que, si tengo claro, después de navegar durante 24 días, es que la navegación en solitario engancha. El riesgo merece la pena. La aventura acontece en su máxima expresión. Las vivencias, las emociones y todo lo que implica la navegación se magnifica.

De hecho, después de aquella vez crucé dos veces más el Atlántico en solitario y, si he dejado de hacerlo, es para no hacer sufrir a quienes me quieren, que son quienes realmente lo pasan mal.

Cruzar el Atlántico es una de las grandes aventuras que se pueden vivir hoy en día. La inmensidad del océano, la incertidumbre de las condiciones meteorológicas y los peligros ocultos que nos podríamos encontrar en medio del mar, como por ejemplo un contenedor flotando, o un simple tronco, nos pueden llevar a situaciones indeseables donde nos podemos jugar incluso la vida. Aquí es donde la parte psicológica adquiere mas importancia. Tienes que procurar ser positivo en todo momento y relativizar las cosas que no salen como uno querría y reforzar las que están yendo bien. Quién se tira a una gesta como esta lo hace para disfrutar de los momentos buenos y superar los momentos malos pero, en ningún caso, quejarse de lo que pueda suceder. No nos podemos quejar del frío, ni del sueño, ni del mareo, ni de nada de nada…

Es cierto, que la vida a bordo de un solitario ha mejorado mucho. Los pilotos automáticos son los auténticos héroes puesto que no dejan de gobernar mientras tú te puedes dedicar a otras cosas. Las maniobras de hoy en día también se han simplificado y ha disminuido el esfuerzo al cual te tienes que someter. Enrolladores a las velas de proa, calcetines a los “espinàquers” o asimétricos, electrónica muy avanzada, te permiten disfrutar de la navegación y dedicar más esfuerzos a la seguridad y evitar los peligros.

Uno de los grandes problemas de los solitarios es el sueño. Si vamos a dormir no hay nadie que vigile y esto puede acabar en desastre. Pero está claro que tampoco podemos estar 24 días sin dormir.

Yo, por mi parte, dormía en periodos de 30 minutos por la noche. Un pequeño despertador me indicaba que la media hora ya había pasado y subía a cubierta, daba un vistazo al horizonte y si todo estaba bien, seguía durmiendo.

Durante el día compensaba la falta de sueño con buenas siestas después de comer. Dormir más durante el día es razonable porque, durante el día, es más fácil que otro barco te vea y, de este modo, te podrá esquivar. En cambio, por la noche no es fácil ver una pequeña luz en medio de la inmensidad.

Siempre he pensado que de la mar nunca sabes bastante. Hay constantemente imprevistos, situaciones o condiciones desconocidas a las que te tienes que enfrentar por primera vez.

Tanto dá si tienes mucha o poca experiencia, el detalle más insignificante te puede descolocar. De hecho, cuando me decidí por este reto, era plenamente consciente que estaba capacitado para hacerlo o, cuando menos, sabía que era capaz de navegar solo y ejecutar todas las maniobras que fueran necesarias. Esto no me preocupaba. Lo que si me quitaba el sueño era precisamente el hecho de estar solo tanto tiempo. Nunca lo había estado y no sabía como me afectaría la soledad.

No te puedes hacer a la mar si no sientes unas cosquillas al estómago… Este respeto y navegar desde la humildad, con mucha precaución y sin confiarte nunca, te llevará a buen puerto. Esto si, tienes que ser siempre conocedor y admitir que el Océano es superior a ti, y, si un dia te quiere demostrar su fuerza, probablemente no tengas nada a hacer.

En el libro “Hablando desde el Atlántico”, explico todas las vivencias a bordo del Bora Bora, que es el velero con quién compartí la aventura. Juntos superamos todas las adversidades y logramos la meta.

Después de cruzar el Atlántico en solitario tres veces, ya había llegado el momento de encontrar un nuevo reto: Una vuelta en el mundo a vela.»

Joaquim Carreras

www.nauticacarreras.com

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