Amigos Viajeros. Teresa Cambra. «Flores viajeras»

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Es abril, el mes de las flores.

Teresa Cambra tiene un blog sobre flores y poesía y, a través de ellas, viaja desde su piso en Barcelona por todo el Mundo. Y es que cada uno tiene su forma de volar.

Me ha ayudado a catalogar las flores que he ido fotografiando en mi viaje y, de ahí, hemos decidido hacer este post de Amigos Viajeros “a dos manos”.

Suyos son el texto y el catálogo y mías las fotos. ¡Gracias Teresa!

 


La Hortensia

Las plantas son viajeras, a veces de natural movidas por favorables vientos y, las más, de la mano de otros viajeros pero, en todo caso, vuelan con alas por todo el Mundo desde sus lugares de nacimiento hasta tal punto que, muchas veces, es imposible decidir cuál fue en realidad su origen. Siempre han sido un bien preciado por su belleza y, por tanto, deseadas y codiciadas. La hortensia es un buen ejemplo de viajera pertinaz.

A todos nos gusta tener una bella hortensia en el jardín, por su porte elegante, su colorido encantador y esa verticalidad coronada con un conjunto de flores sensualmente redondeadas que atrapan con intención seductora a cualquier visitante que se acerca a ellas. Necesitan sobre todo un suelo ácido que no es fácil de conseguir, pero eso se enmienda con tierra de castaño. Allí serán felices si no las sometemos al terrible sol de países más templados que los suyos propios. Como buena viajera, la hortensia es adaptable y no exige más que, como cualquiera, que la traten con cariño y de acuerdo a su naturaleza. Cómo hay gustos para todo, quizás por vivir en cierta penumbra o tal vez por la falta de vitalidad en su color, hay quien se aleja de ellas porque se dice que traen mala suerte. He tenido muchas en mi vida, y en mi experiencia, puedo decir más bien todo lo contrario…

En flores, como en otras cosas, cada uno cuenta por cómo le ha ido en la fiesta. Azules,

violetas, malvas, blancas, rosadas, añiles, liliáceas, moradas, púrpuras, amarillas, celestes. Todo un mar de colores. Dicen que las más preciadas son las azules. Incluso venden productos para alimentar ese color. Pero a mí me gustan más como en la fotografía del encabezamiento, en la más extensa variedad de matices, paleta de tonos suaves y sutiles como pintadas en fina acuarela o tenue pastel.

La fragilidad de la hortensia es sólo aparente, porque lo cierto es que posee una firme raíz capaz de soportar viajes y temporales. Flor bien dibujada y hoja ligeramente dentada de un tono verde intenso donde se marcan con carácter sus nervios. Indudablemente es una planta con temperamento. Aguanta bien si tiene un entorno un poco recogido con sombra y el suelo ácido característico de uno de los sitios de donde procede: Japón. Japón? O quizás no, porque también se habla de posibles orígenes en China, Corea, Nepal, Indonesia, e incluso América.

A mí me convence más la opción japonesa. Cuenta la leyenda, o la historia porque nunca se sabe a ciencia cierta dónde empieza una y acaba la otra, que las hortensias fueron unas flores robadas a los japoneses. Durante años se prohibió que los extranjeros se llevaran las hortensias Hydrangeas de Japón. Me figuro que las guardaban celosamente por bellas. Siempre aflorando los instintos más primarios de posesión… Sobre el 1776 un médico sueco urdió un plan para tenerlas. Fue a vivir a Nagasaki, compró una cabra y para alimentarla se hizo traer unos forrajes y entre ellos, casualmente estaban hábilmente camuflados los esquejes de hortensia que trajo a su país.

Aún encontramos documentada otra manera de obtenerlas de modo muy singular. El 1829, el médico Philip Franz Siebold, cirujano oculista, cobraba las operaciones con hortensias. Eso es pasión por las flores! Siebold leyó con pasión los libros de Alexander von Humboldt, naturalista y explorador, y se lanzó por el mundo con la misma intención. Al volver a Europa, se trajo una gran variedad de especies vegetales japonesas. Actualmente aún podemos pasear por el Hortus Botanicus de la Universidad de Leiden en Holanda donde dejó su legado botánico. Me gusta pensar que, quizás, entre las hortensias de ese jardín, queda alguna raíz viajera e inmortal que ha sobrevivido siglos y siglos con la única intención de regalarnos su extrema belleza.

Y hasta aquí llega mi viaje con la hortensia. En el blog inicio con éste, una serie de relatos sobre las imágenes de flores que ha traído Nacho en su mochila de este su último viaje y que llamaré “Flores viajeras. Una imagen y mil palabras”.

Ahí dejo la catalogación del álbum que él me pidió y, para el que quiera saber más sobre flores y algunas cosas más, ahí estoy, en FLORS I POESIA.

¡Besos!

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