Australia (1) Perth. Fábula.

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Estoy en Perth, Australia, Oceania, Mundo.

No sé por qué he venido a parar aquí, ya no lo recuerdo. No sé si alguien me lo recomendó, o vi una oferta de vuelo barato. Hace mucho que compré el billete. En mi deambular, el destino no es lo importante. Solo hay una direccion y un objetivo: la Vuelta al Mundo.

La cuestión es que estoy en Perth, Australia, Oceanía, Mundo.

Cambiar de pais siempre tiene su dificultad de aclimatación, pero cambiar de continente ya es cosa seria.

Estoy totalmente desubicado. Perth es una ciudad de provincias en la costa oeste de Australia. Tiene un pequeño centro financiero y todo lo demás son calles con comercios, empresas y casitas residenciales de 2 pisos, parques gigantes y enanos y el agua del río Swan que pasa serpenteando por el medio hasta desembocar en el Océano Indico.

Se que estoy en Occidente, pero no sé bien dónde estoy. Es una sensación angustiosa. Demasiado tiempo en Asia para un cambio tan brusco. Vengo de otro planeta sin preparación ni aclimatación. Como caído del cielo.

La ciudad es bonita, moderna, interracial, con espacios muy abiertos, sin problemas de tráfico ni aparcamiento, ni un frenazo, ni un bocinazo, aire puro y mucho arte urbano. Todo está muy ordenado y reglado, hay homeless, algunos aborígenes «civilizados», moscas muy molestas, sol, tablas de windsurf, una escultura de un canguro y todo el equipo típico para saber qué, definitivamente, estoy en Australia.

Los australianos son…grandotes y grandotas en general, sobrealimentados, mucho culto al cuerpo y la imagen con looks realmente pintorescos, tatuajes, sombreros y gorras, mucho pantalón corto y bermuda, un inglés rápido y raro con una pronunciación endiablada… Cricket y rugby en bares, parques y estadios, un escrúpuloso cuidado por el medio ambiente, afición por caza y pesca, policías en bicicleta…

La verdad es que a mí, aquí, por el momento todo me es muy difícil.

Australia es cara. Complicado comer por menos de 15 euros. Tabaco, por las nubes. Alojamiento, el triple que en Asia. Un vino, que aquí si lo hay, 5 euros lo más baratito, actividades a precio de turismo de lujo. Los transportes, capítulo a parte…

Es difícil moverse entre ciudades porque hay poco transporte público y con horarios muy limitados. Y si eso lo combinas con que, a los Parques Nacionales, o vas en coche propio o te has de apuntar a un tour, turístico y civilizado a tope,..kitiklin, kitiklin, la máquina registradora se vuelve loca. Y lo de los tours es una turistada inaceptable, un rollo patatero que no estoy dispuesto a probar ni que fuera gratis. A sus precios, antes me voy de rodillas a destino.

Los hostels son un suplicio, entre celdas y discotecas. Mucha gente viene a Australia no a viajar, si no a trabajar durante un año para hacer dinero y, entonces sí, con lo que han ahorrado poder viajar por Asia o Sudamérica. Los hostels se llenan de chavales que están trabajando. A partir de ahi, imaginad una habitación con 6 u 8 niños postadolescentes sin control alguno. Leoneras. Y en las zonas comunes, pues eso: comunas de crios.

Australia es un país rico y deshabitado, con buenos sueldos y mucha necesidad de mano de obra, en especial en servicios, hostelería y construcción. Necesitan camareros, recepcionistas, operarios varios… La juventud europea no tiene ni vocación ni esperanza en el sistema. Solo buscan «libertad», sin haber hecho nada todavía por conseguirla. Máximo quizás una carrera o unos estudios menores. Con un plan para 2 ó 3 años tienen bastante. Por tanto, los hostels, llevo ya 2, ambos en Northbridge, la zona más joven, juerguista y artística de la ciudad, son todos lo mismo: macro pisos patera con estudiantes puestos a trabajar.

Me va a costar cogerle el tranquillo a todo esto. Desde luego, las normas del juego han cambiado. Es otra atmósfera… No pasa nada, hay tiempo… Hay que moverse poco a poco, moverse cerquita, coger informaciones de aquí y allá, ir cogiendo confianza…

En viaje, esto pasa constantemente. Donde voy? El destino de un viajero no depende siempre de ti. Tú vas moviéndote y las corrientes y vientos te van guiando. Es como navegar. A qué puerto? Depende… No es tan fácil como trazar unas coordenadas y poner el piloto automático.

Fabulando, fabulando…

Imagínate: En realidad tu solo sabes que eres pájaro, y lo sabes porque tienes alas. Pero quizás eres una gallina… Vas caminando, y vas moviendo las alas. Y vas dando algo así como saltitos, saltos, saltos cada vez más altos y largos…

– …Uf! Te dices, ese salto ha sido bueno! ¿Y si no eres una gallina? ¿Y si eres gaviota? Y parece que empiezas a volar un poquito, nada espectacular, más bien un poco ridículo incluso, pero no te ve nadie. A nadie le importa. Y oyes música en tu interior, música de libertad, música de esperanza, de movimiento…

– …Wuaaala, ese salto sí ha sido bueeeeeno!  Metros y metros! Como suspendido en el aire. Ha sido divertido, ha sido…buf, la adrenalina ya circula por tus venas, revoltosa y picante. Más, más…

– Saltas/vuelas desde una loma y… Eso ya no es salto, amigo! te dices. ¿Y si… y si no eres ni gallina ni gaviota? Imagina: Y si eres… águila! AGUILA, BUF! Eso ya son palabras mayores “man”…

– Y cuando llegas a un pequeño cañón, y ya te sientes fuerte y seguro, cuando lo ves claro, miras abajo y todo es pequeñiiiito… Un salto más y…

Ahí descubres qué eres. A lo peor el batacazo es considerable. Tú sabrás si te vale la pena. Por lo menos ya no pensarás eso de “ Y si…”

Pues eso. Y cada vez que cambian las normas, cada vez que cambian las condiciones….otra vez a reaprender. Impulsores, estabilizadores, intensidad de frenada, control, navegador… todo tiene su puntito justo. Hay que darle a la ruedecilla de ajustes.

Los primeros 2 días doy vueltas por Perth como un pollo descabezado, y, al tercer día, resulta que es mi cumpleaños. Lo pasaré a muy, muy poquito de las antípodas de mi casa, el lugar del mundo diametralmente opuesto a mi tierra y mi gente.

Cojo un tren y me voy a Fremantle. Dicen que la ciudad/puerto de Perth es muy agradable y, dicen también, que es una bonita experiencia ir desde allí a Rottnest Island a conocer a los simpáticos quokka, un marsupial, como el canguro, una especie de ardilla o castor de peluche, muy sociable, que casi no se puede ver en ningún otro lugar del mundo.

Difícil también manejarse en la estación, todo muy automatizado pero, tras vicisitudes varias, consigo llegar al puerto. Me hago con un pasaje de ferry y alojamiento para el domingo en Rottnest Island.

Todo organizado pues para el próximo saltito. Vuelvo a Perth y celebró mi cumple comiendo una pechuga de pollo milanesa en un pub de la ciudad. Y me tomo un vino, si señor…  Mucha gente me felicita desde lejos. Eso me reconforta. Siento hoy un muchito de añoranza y soledad. Los cumpleaños fuera de casa son un pelín tristes. Qué se le va a hacer, la aventura es la aventura…

Ya es sábado, y voy a pasar el día al King’s Park, uno de los 10 parques más grandes del mundo. Muy grande, si, pero es un parque, como todos los parques. Lugares con césped, árboles y florecillas para que los urbanitas tengan la ración de Naturaleza que serene sus espíritus. Yo tengo una llaga en carne viva en el pie derecho. No me la he hecho en parques, no señor. A ver cómo me lo hago para seguir caminando…

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