De vuelta a Australia. Al final, la vida lo ha querido así. De Nueva Zelanda, vuelvo a Melbourne y, de allí, sin salir del aeropuerto, avión a Cairns, en Queensland, al Noreste del país. El Trópico australiano, el rainforest y los arrecifes de coral.
Que sensación más diferente a cuando llegue por primera vez a Australia. Entonces, tras viajar por Asia durante meses, estaba más perdido que un marciano en Disneylandia. Ahora ya no. Llevo más de 100 días dando vueltas por Oceanía. Terreno conocido.
Australia no te la acabas nunca pero me faltaba, especialmente, la Gran Barrera de Coral del Noreste. Me apetece mucho conocer este país bajo el agua. En la playa de Cairns, desde luego, no. Ese mar está infestado de los cocodrilos más grandes del planeta (más de 8 metros) y he visto demasiadas películas como para arriesgarme a acabar de aperitivo de un lagarto dentudo y resabiado porque los humanos hicieron bolsos y zapatos de su santa madre. Los cocodrilos tienen casi 80 dientes, y eso es mucha dentadura. Aunque, a mí, lo que me da más miedo son los tiburones. De toda la vida. Desde que vi la peli es una de mis pesadillas habituales. Esos no tienen dentadura, esos tienen trinchadora. El gran tiburón blanco… ¡¡¡¡3.000 dientes amigo!!!! Y de eso también hay por aquí.
Me dan la bienvenida 37° de calor apabullante y un 88% de humedad. Una sauna. En las calles ni un alma y el centro comercial y supermercado atestado de gente buscando el alivio del aire acondicionado. Fuera, el aire no se respira, se mastica. En el hostel hay una piscinita la mar de chula y, después de hacer las compras de comida para los próximos días, me meto. Por ahora, pasear imposible.
Cairns no tiene ningún interés. Es un pueblo grande o ciudad turística como las hay a miles. Restaurantes, tiendas, bares, playa, paseo marítimo y poco más. Quizás lo único curioso es la enorme piscina al lado de la playa para que la gente se bañe. En el mar, como decía, eres merienda para cocodrilos así que está prohibido bañarse.
También hay aquí una nutrida comunidad aborigen con el mismo aire zombi que notè en el desértico centro de Australia. Quizás un par de escalones por encima de lo que vi allí en la escala de la degradación humana. Los hay también que se han organizado para hacer shows turísticos para divertimento de chinos y europeos sin nada mejor que hacer que deglutir patéticos espectáculos casi circenses sin el menor interés. En esas… representaciones, una pobre gente se vuelve a poner el taparrabos de sus ancestros, se pintarrajea y enseña al susodicho publico, con poca o ninguna gracia, como se utiliza una lanza o un boomerang. Ambas partes, actores y público, forman un cuadro de tragicomedia humana nada edificante. Una pena. Obviamente, no es que yo haya visto eso en directo, pero con los carteles y un video de propaganda que sí, más que ver, me han explotado en los morros, voy más que servido.
En la habitación estoy con un chino, un alemán y un inglés. Sí, ya sé que parece el inicio de un chiste. El primer dia, la habitación estaba hecha un verdadero caos y tuve que desplegar todo mi encanto para revertir la situación. Ahora somos todos colegas, nos bañamos en la pisciniki, jugamos al billar y bebemos juntos. El calor es infernal y no da para grandes excursiones.
Hoy toca comer arroz. Y digo toca porque es lo que había gratis. Me explicó, aunque creo que ya lo he mencionado en algún «Consejo de viajero». En los hostels bien organizados hay un cajón o un armario donde, los que se van, dejan lo que les ha sobrado y tú puedes utilizar lo que quieras. Arroz, pasta, mantequilla, aceite, sal, pimienta, hierbas…. Y también champú, gel, crema solar… Es un ahorro considerable. Hoy había arroz. Por eso he hecho un arroz de verduras. Muy bueno.
Como mucho pero sigo en el pellejo. Mi dieta es muy regular. Para desayunar fruta, tostadas y café. Para comer, pasta, arroz, ensalada o huevos. Y para cenar, carne o pescado. Todo siempre con verdura. Agua, coca cola y, si el país lo produce, vinito. No gasto en las 3 comidas del día más de 20 euros diarios «tout compris». Es importante cocinarme y emplatar con cariño. Hace bien al cuerpo y el alma. No es lo mismo viajar 15 días y comer lo primero que pillas que estar fuera de casa todo un año…o siempre. En ese caso, has de hacer del Mundo un hogar itinerante y tratarte con cariño. No hay otra.
Mañana voy a la Barrera de Coral. Ganas.
Hora y media para llegar al primer punto de inmersión. El barco se menea que da gusto. Nos ponemos el equipo y al agua. Antes, un espabilado le pregunta a uno de los guías sí aquí hay tiburones. Ya estamos. El guía le responde que sí, pero que de día no tienen «actividad». Y añade, «normalmente». ¡No te jode!
Cómo no podía ser menos, bajo el agua la Naturaleza australiana está igual de mimada que en la superficie. Es tan cuidado y perfecto este mundo submarino que casi pierde naturalidad y puede parecer un decorado. Ni un plástico, ni una lata, ni un dedo de coral roto…. Enormes extensiones de borgonias y poseidonias habitadas por peces de todos los tamaños con combinaciones de colores impensables van desfilando por mis ojos…
Nunca dejará de sorprenderme el magnífico “allí abajo”, ese Mundo pausado que es y no es el nuestro. En ningún otro lugar estás tan solo y, a la vez, eres tan consciente de estar vivo y contigo mismo. Quizás es el efecto de escuchar tan clara y constantemente el sonido de tu respiración. Tras las dos primeras inmersiones, como no hay tampoco ningún otro lugar como el mar para coger hambre, me lanzo famélico a por la comida de a bordo. Selección de ensaladas y platos fríos en general.
La última de las 3 inmersiones, ya después de comer, cuando el mar ha perdido los excesos de energía matinales y sestea bajo el sol de la tarde, es siempre la mejor. Calor, calma chicha y visibilidad perfecta. Los colores cogen sus intensidades más rabiosas y el mundo submarino resplandece en toda su perfección imposibilitando definitivamente a la ficción cualquier intento de superación. Vuelvo al hostel satisfecho y cansado pero todavía me da tiempo para un chapuzón en la piscina, 15 minutos de jakuzzi y una ducha caliente reparadora para pasar ya a la cocina y hacerme una “cena de sobras” rematando los víveres restantes. Este hostel es una perla. Y a 15 eurillos la noche. Mañana enfiló hacia Port Douglas.
Port Douglas es lo mismo que Cairns en más pequeño. Y hace un calor horrible. Estoy en otro hostel magnifico, también con piscina, pero es que ni en el agua se puede vivir. Es como bañarte en te. Una calle con bares, tiendas y restaurantes, un pequeño parque con un árbol enorme, palmeras y bonitos cielos al atardecer, una playa y un puerto con yates de millonarios. Eso es todo.
Paso 2 días de algún paseo tranquilo, a primera y última hora, régimen de engorde y descanso tropical escribiendo bajo el ventilador. Mañana me adentro en el rainforest de Cap Tribulation. Tres días incomunicado y sumergido en la más pura y virgen Naturaleza.