Faltan 7 días para empezar el trekk Walls of Jerusalem. En esta semana hay que acabar de ponerse en forma. Caminatas largas con 10 kg en la espalda y buenos alimentos.
Y mientras nos ponemos fuertes y guapos, vamos a dar una Vuelta a Tasmania. De Hobart iremos a Queenstown, de allí a George Town y, al final, a Launceston. Y por el camino, trekks por el lago St. Claire y por Cradle Mountain. Un plan ambicioso.
El lago St. Claire dicen que es uno de los lugares más bonitos de Australia. No sé, eso es mucho decir pero, desde luego, todo el Parque Nacional Cradle Mountain-Lake Sr. Claire es Naturaleza pura.
En St. Claire hacemos el Shadow Lake Circus y lo extendemos hasta Forgotten Lakes y Little Hugel. El Shadow Lake Circus es una caminata tranquila y un tanto insulsa de unas 4 horas, aunque pasas unos bosques húmedos de cuento de los hermanos Grimm, con sus rocas musgosas y árboles fantasmagóricos. La gracia del trekk la pone subir el Little Huge de 1.275 metros. Little pero matón. Esa subida, por una tartera de impacto y con unas vistas fascinantes a los lagos, le añaden al trekk normal casi 3 horas y convierten un paseo en un trekking con todas las letras. Me encanta escalar por tarteras! Total, un palizón de 7 horas bien buenas que nos deja hechos polvo y con un hambre de lobos.
Nos cogemos el coche y nos vamos a Queenstown, otro curiosísimo pueblo semideshabitado tipo western, rodeado de bosques y montañas. Al fin y al cabo, estamos en el salvaje oeste de Tasmánia, pero es que toda Australia es un semicontinente salvaje y casi deshabitado con casi 8 millones de km² y 25 millones de habitantes. Para hacernos una idea, Europa tiene 10 millones de km² y lo habitan 750 millones de personas. Y Tasmánia por ahí anda de diferencias con nosotros: casi 70.000 km² y medio millón de habitantes. Cataluña es la mitad de extensión y allí vivimos 7 millones y medio de personas. La tendencia de los australianos a una vida casera o, los menos familiares, a encerrarse en los pubs y bares, intensifica la sensación de estar en lugares asolados por una bomba atómica.
Aqui, en Queenstown, otra vez damos en la diana con el alojamiento, un hotel vetusto en un edificio señorial lleno de cuadros antiguos y espejos enormes, moqueta y alfombras, madera por todos lados y hasta trofeos de caza en las paredes. Es como aquellos hoteles de montaña donde vacacionaba la burguesía catalana de los años 60. Y allí mismo, un pub y un restaurante y, en este último, nos sacudimos entre pecho y espalda otra bacanal de los 3 platos estrella de la cocina de Tasmánia: pan de ajo, escalopa parmesana y Fish&chips. Estaremos aquí 2 noches. Mañana, todo el día de panching para dormir, comer, ponernos al día de nuestros quehaceres y seguir organizando viaje.
A 2 horas en coche desde Queenstown està Cradle Mountain. Nada más verla se te erizan los pelos de la nuca. Lo ves claro: esa ascensión serà dura. Con el lago Dove y otros 3 mas pequeños en la base, Cradle esta compuesta de columnas de diabasa y forma una especie de enorme órgano de catedral. Impresiona. Hemos tenido un error de cálculo de tiempos y no empezamos el trekk hasta el mediodía. En teoría, la ascensión dura entre 6 y 8 horas, así que habrà que dàrse prisa. Vamos cargados ya con 12 kilos, los que deberemos llevar durante el trekk de Walls of Jerusalem.
La ascensión a Cradle es una pelea. Las hostilidades duran casi 6 horas y, la verdad, es de las ascensiones más difíciles y peligrosas que he hecho. Son «solo» 1.550 mts, todo el sendero siempre muy vertical, pero la tartera por la que se escalan los últimos…digamos que 300 mts, es de órdago. Hay un momento, como a 100 mts de la cima, que no lo veo claro y le digo a Ramón que dejamos las mochilas bajo un recodo en las rocas y seguimos subiendo libres de peso. El cansancio empieza a hacer mella y continuar escalando con unas mochilas tan grandes y pesadas es jugársela. Puedes rozar con las puntas de roca y desequilibrarte, la misma mochila puede ladearse y enviarte al infierno y, además, gatear y pegar saltos por estos bloques de piedra despeñacabras con algo así como un niño de 3 años colgado de tu cuello, es ya un adorno para lucimiento del personal y un hándicap absurdo y sin sentido.
Cima a las 15,30 y no nos hemos dejado los dientes en la montaña. Yo me doy una vuelta más por los alrededores y Ramón se baja ya a comer en una roca. Me reúno con con él al cabo de media hora, como un sándwich y seguimos. Llegamos a la base muy rápido, en poco más de 1 hora, pero sufro. Estoy agotado. Mis botas ya no aguantan mas. Abiertas en canal. También la mochila empieza a tener feas heridas de combate. Un cuadro. Ha sido una verdadera batalla.
Dos horas de carretera hasta George Town, en la costa norte. No hablamos en todo el camino. Cada uno con sus pensamientos o con ninguno, sólo con un cansancio hondo en todo el cuerpo. Llegamos de noche a un caserón de película de miedo. Ya estamos con los lugares peculiares.
Nos reciben 2 señores de mediana edad, muy raros los 2, como idos. Yo creo que a la gente en estos lugares tan solitarios se les va la olla. Nos dan la llave de un anexo decorado como la casa de la abuela. Y nos llenan la nevera de comida: huevos, bacon, pan, croissants, manzanas… Compramos lo que falta en el super y hago una cena de recuperación: entrecots, tomate con aceite y sal y guisantes salteados con jamón. Después de una ducha, parece que la vida vuelve a circular por nuestras venas. El pueblo lo veremos mañana pero tiene toda la pinta de ser otro lugar desierto con gente extraña como perros verdes.
Pasamos la noche disfrutando de la casa. La excitación de la jornada nos ha quitado el sueño y se nos hacen las 3 de la madrugada. A su manera, la casa en cuestión es muy acogedora. Solo espero que la abuela no esté embalsamada en algún armario. No me extrañaría.
Nos levantamos tardísimo y preparo un brunch. Es ya casi mediodía. Huevos con bacon, fruta, galletas, tostadas, zumo, cacao, café, mantequilla, mermelada…. Hoy, día de recuperación. Un paseo por la costa y poco más. Confirmado: otro pueblo sin nadie por las calles. Más conejos que personas. En todos los pueblos lo mismo. En este sentido, Tasmania es una mezcla entre el aire tenebroso de Transilvania y la sensación de soledad abandonada de los pueblos de la Patagonia chilena donde un pueblo no tiene más historia que 75 años y el clima obliga al recogimiento casero. A mí ya me gusta. Aquí la gente se saluda al cruzarse en la calle porque, a lo mejor, no te encuentras con más de 10 personas cada día.
Y esto está llegando a su fin. Tengo la impresión de que mi vida ha cogido una velocidad supersónica y me está adelantando por la derecha. Todo va demasiado deprisa.
Launceston es una bonita y compacta ciudad con mucha iglesia, mucho edificio de ladrillo rojo inglés y un cielo limpio e inmaculado. Para nosotros es el inicio del Walls of Jerusalem. Un poco más de entreno ligero por los parques, últimas compras de equipo y ya. Estamos preparados. Ahora, traca final: Walls of Jerusalem. A las 7,30 de la mañana del martes nos vienen a buscar al hotel. Empieza la película.