Catalunya (6) Tarragona (1). El Matarraña (1ª parte). Heroes.

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A un tiro de piedra de Barcelona, en la frontera de Aragón y Catalunya, está el Parque Natural del Port. Es la zona del rio Matarraña, un paraíso para senderistas entre Catalunya y Aragón). Horta de Sant Joan, Calaceite, Valderrobles…

Y hace ahora 10 años, el 21 de julio, aqui murieron Jaume, Ramón, Jordi, David y Pau.*

¿Qué quienes son Jaume, Ramón, Jordi, David y Pau? Pues, sin apellidos, son nuestros padres, nuestros hijos, nuestras parejas. Son, fueron, bomberos del GRAF que dieron su vida por apagar el fuego que un imbécil inició, por negligencia, y a los que no hay que olvidar. En mi casa, en el Empordà, pasó lo mismo y un montón de bomberos y voluntarios también se jugaron la vida para salvar el patrimonio de todos. En Horta de Sant Joan el fuego arrasó la zona norte del mazizo Ports de Tortosa-Beseit y se llevó 5 vidas.

Viajar, viajar….

Pues eso, ya estoy en las riberas del rio Matarraña. La impresionante fuerza de recuperación de la Naturaleza hace que de aquel fuego no quede más que el recuerdo. Es una maravilla. No hace ninguna falta dar la Vuelta al Mundo para viajar. El Mundo es enorme y está lleno de mundos que explorar, algunos lejísimos y otros cerquísima. Y este es uno de esos mundos. En realidad un viaje no se mide por los kilómetros que haces sino por los momentos que vives.

Estás en viaje cuando sales de una vida agendada y te dispones a tener sorpresas. Estás en viaje cuando pones el despertador a las 7,30 pero a las 6,30 ya estás despierto porque, para ti, hoy es Día de Reyes. En viaje cada día es el Día de Reyes y tienes mucha prisa por levantarte porque sabes que habrá regalos, sorpresas. No sabes qué regalos, pero habrá regalos. Tampoco importa el regalo, como en un viaje no importa el destino, importa el desenvolver el regalo, ese camino en el que vas imaginando que habrá dentro y ….

Y es que el viaje es pura vida y la vida es un regalo. La vida no es un valle de lágrimas, que a nadie le engañen. Quizás si no te despiertas cada día como si fuera la mañana de Reyes es que no estás viviendo tu vida. A saber.

Encuentro alojamiento en Arens de Lledó. Aquí, en el Teruel fronterizo con Catalunya y viceversa, el río Matarraña da nombre a toda una zona con pueblos llenos de historia, ciudadelas medievales, cuevas, ermitas, conventos, castillos y paisajes impresionantes en una tierra de inviernos helados y veranos infernales. A mi me encanta venir de vez en cuando.

Un imprescindible en la zona es subir a Santa Bárbara, una montaña de 750 metros justo enfrente de San Joan dels Horts, con el convento de San Salvador en la falda y una cruz de hierro en la cima. Y allí me voy. No miro los letreros que marcan el sendero y subo a piñón fijo. Campo a través. Es la costumbre. Subir no tiene ningún problema y estoy en la cima en 45 minutos. La bajada es más cabroncita. Me equivoco y me encuentro en medio del bosque sin salida. Vuelvo para atrás y encuentro el camino. Precioso. Esta montaña me recuerda, nada más y nada menos que al Uluru. Las vistas son espectaculares. Una pareja de águilas sobrevuela la montaña. Magníficas.

Poca flor crece aquí. Sólo en rincones escogidos. Estás no son tierras de florituras. Mucho campo de cultivo creado a base de incansable trabajo duro y mal remunerado. Montañas peladas y bosques secos. Matorrales y espinos. Cientos de ultramodernos molinos de viento sin nada que ver con sus predecesores que batallaron con El Quijote. No hay ningún Quijote por aquí. Aquí son todos duros agricultores que dan toda su vida al campo. Día a día, mes a mes, año a año. Poca vida hay ahí.

Es zona también de ruinas de poblados ibéricos: Calaceite, Calanda… Me pilla el atardecer en el de Calaceite. El sol va bajando por una ladera y la luna subiendo por la otra en el diario espectáculo de desencuentro de nuestro dos astros antipodianos. Hora bruja, hora mágica y silenciosa. Solo hablan los pájaros. Y flojito. Me siento en paz y sonrío. La vida que he escogido me hace feliz. Estoy cómodo. Creo que, el día que no sea así, cuando mi vida me venga pequeña o me venga grande, me quitaré este traje y correré en pelotas a buscar otro que me siente bien. No hay tiempo que perder.

La ascensión a  Roques d’en Benet (1.017 metros) es otro de los gustazos que te puedes dar por aquí. Son 3 horas de caminata ida y vuelta. Primero enfilas un camino de carros que te va enseñando la montaña poco a poco y, después, un senderillo que te lleva a una resbaladiza tartera final hasta la cima. Allí, las vistas son todavía más impactantes que en Santa Bárbara y el parecido con el Valle de los Vientos australiano me desconcierta. ¿Estoy en casa? Por un lado, pueblecitos rodeados de campos de cultivo, los molinos de viento enmarcando el horizonte, el cielo claro. Por el otro rocas, bosques y mas cultivos. Lo dicho, una gozada.

La comarca del Matarraña me tira. No sé qué tiene, quizás su silencio. Yo valoro mucho el silencio. Me dicen que hay gente que al llegar a casa pone la televisión. Bueno, cuidado con ese bicho. Esta es una tierra silenciosa que llama al recogimiento y a las sensaciones hondas, a la reflexión tranquila y a saborear Naturaleza. Mira por donde, a mi, con este silencio, me ha dado por escribir sobre la vida y la muerte…

* En recuerdo de Jaume Arpa, Ramón Espinet, Jordi Moré, David Daigües, Pau Costa y sus familias.

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