Santa Fe, Nuevo México, antiguo hogar de los indios Apaches, Navajos y Comanches, en la ladera de las montañas Sangre de Cristo, es una ciudad con una personalidad indiscutible. Sus casas de adobe la hacen única aún cuando, de alguna manera, puedas apreciar aires ibicencos o incluso marroquíes.
Ahora ya hace frío de verdad, entre 10⁰ y -8⁰, y camino la ciudad pero sin grandes alardes. Mi gripazo ha de seguir su curso natural.
Lo primero es pasarme por la Capilla de Loreto y ver su famosa escalera de caracol, considerada un milagro por no tener soporte central. Un amigo mexicano me había hecho jurar que iría. Verla es la ilusión de su vida pero, lo dicho, a un mexicano de a pie no es fácil que le dejen entrar en EE.UU ni de vacaciones. Más iglesias, el barrio de La Joya, los comercios del centro, el Railyard Park… Voy arrastrado.
Parece que aquí hay más vida callejera pero es un espejismo. Lo que da la ilusión de vida no son los nativos, que siguen las mismas costumbres que en toda esta zona, sino los turistas, siempre nacionales, y aquí hay bastantes.
En realidad yo creo que los americanos siguen viviendo en La Casa de la Pradera como colonos, montando asentamientos y visitando «su» territorio los fines de semana y vacaciones. Al fin y al cabo, este país, como suyo, no tiene ni 4 generaciones de historia. Aquí para encontrar alguien con 8 apellidos «americanos» habría faena y, primero de todo, deberíamos decidir qué significa «americano». Pues no hay coktail por aquí…
Una hamburguesa con chile verde en un merendero, a ritmo de Barry White, Earth, Wind & Fire y Doobie Brothers, me levanta el ánimo. Y no por la calidad de la hamburguesa, porque yo diría que este es el país que come peor y de la forma más insana del Mundo. Creo que la hamburguesa me alimenta más el alma que el cuerpo. Quizás es más buena en el Hard Rock Café de Barcelona o cualquier otra urbe, pero el comerla en este ambiente,….no es lo mismo mismamente y me hace sentir bien por haber llegado hasta aquí. Y también muy orgulloso porque para perseguir los sueños hay que arriesgar, olvidar apegos y perder estabilidades y, ni siquiera así, encontrarás nadie que te asegure que los alcanzarás. Así que hoy, casi a puntito de acabar mi Vuelta al Mundo, que quieres que te diga, me siento bien.
Pero yo aquí a lo que he venido es a trekkear. Mañana voy a la Oficina de Información a ver cómo puedo acercarme al National Forest o a las Sangre de Cristo.
…Pues va ser que NO. Abro la puerta de la habitación para ir a desayunar y me quedo de piedra. Como si me hubiera dado de morros con una puerta trasparente hacia otra dimensión. Todo está en blanco y negro. Parece ser que ha estado nevando toda la noche y ni me he enterado. Me fui a dormir en un desierto y me he despertado en una estación de esquí. Alucinante. Eso significa que de trekking ni pensarlo y que se impone un puntito de espera a ver qué pasa. Y, quizás, poner, a la mínima que salga el sol, rumbo a Arizona. Replanteamiento.
La nieve es el clima más castrante que existe para viajar por tierra y, durante todo este tiempo, me ha respetado. Salvo en cumbres, sólo me tocó en Rusia y un poquitín en Alemania, un febrero de vuelta a casa tras la primera etapa. Quizás ahora tendré que lidiar con ella hasta el final. En este viaje ha de haber de todo, desde luego.
Un nuevo día se levanta frío pero soleado, aunque no da para quitarle el manto blanco a las calles. A mi me da para acercarme a las montañas como mínimo para verlas y, aunque con la agilidad y la gracia de un perro apaleado porque la gripe no mejora, llego hasta los montes Sol y Luna, algo así como la primera puerta de entrada a las demás montañas. No hay más. Mañana tren a Flagstaff, Arizona.
Flagstaff no es lo que te imaginas cuando piensas en Arizona. Muy ligada a la historia del ferrocarril y la industria madereda, es una ciudad rodeada de montañas, bosques y volcanes. He de trekkear pero YA, aunque los quebrantos siguen ahí: gripe presente, y lumbares lloronas y doloridas.
Ante la poca fiabilidad de mis propias carnes y músculos, he tenido que echar mano de mercenarios: me he comprado una faja. Si, una faja ¡¿Que pasa?! Ya oigo reír a mis «amigos». ¿Nadie os había dicho que los viajeros intrépidos y aventureros también utilizan faja? Pues si, a veces sí. Y con el adminículo en cuestión, y a pesar de que tengo la espalda hecha polvo, camino altanero cual gallardo caballero y doy el pegó. Ande yo caliente y ríase la gente. Y lo que es mejor, por fin me puedo dar el gustazo de un trekking como Dios manda: el Dry Lake Trail. Si empiezas por Búfalo Park, subiendo por una ladera de bosque quemado, y acabas por el West Overloock, es una circular de 6 horas y media con buen desnivel, sin exageración, y vistas panorámicas a todo el Bosque Nacional Coconino. Son lugares magníficos y poco conocidos en los que no encuentras a nadie en todo el día. Una gozada.
Y, como no, estoy a hora y media en coche del Gran Cañón del Colorado así que ni quiero ni tengo más remedio que pillarme un bus e ir hacia allí.
He visto en esta Vuelta al Mundo un buen montón de maravillas y no sabria ni debería apostar por una sola como La Obra Maestra de la Naturaleza, peeeeeeero…si me obligarán a proponer un triunvirato de candidatas, el Gran Cañón seguro sería una de ellas. Apabullante. Casi irreal.
Y son más de 350 km que puedes hacer en tren, en bus, a pie, en bicicleta, en avioneta, en helicóptero, a caballo, en burro, en barca… Media hora, 3 horas, 1 día, 3 días, 21 días… Lo que te dé. Y esto es tan grande que, por lo menos ahora, fuera de temporada, de aglomeraciones turistoides nada de nada. Se respira soledad. Grandioso.
Yo me limito a hacer menos de 8 km del West Rim Trail pero es un gustazo. Lo que da para hacer en menos de 2 horas lo haces en más de 3 porque cada paso es una foto. Un sendero muy natural con intervención humana mínima. Los americanos son así, en esencia, liberales al máximo. Las leyes son las que son y la policía las hace cumplir a lo bestia. De golpe y sin anestesia. Pero no hay normas para todo. Barreras las mínimas. ¿Quieres hacerte una selfie al borde del precipicio con un langostino agarrándote la punta del prepucio? Pues tú mismo mismamente. Aquí cada menda hace lo que le pasa por el micromundo. Lo que me extraña es que no se les llene esto de cadáveres. A la que te descuides son 1.500 metros de caída libre.
De vuelta a Flagstaff… Por cierto, en Flagstaff no hay ni un solo vagabundo por la calle. Es hasta extraño. Estamos a -8º a las 18 h. Un bocadillo en la estación esperando el tren a Los Ángeles que no llega hasta las 21.30 h. Serán 10 horas de viaje. En California ahora mismo están a 14⁰. ¡¡Positivos!! Y mañana la predicción es de 9º a 24º. Ahí se me va a curar todo…