Con cerca de 18 millones de habitantes, El Cairo está entre las 10 ciudades más grandes del mundo y seguro que es interesante vivirla, pero ya lo veremos a la vuelta. Sinceramente, nuestra prioridad en este viaje no es ver ciudades, monumentos y museos. Somos bastante zotes los dos. Nosotros venimos a empaparnos de historias faraónicas y, sobre todo, a bucear en el mar Rojo. Viaje de padre, entradito en años, e hijo de 17 años, en plan compañeros de aventuras.
Si, otro viaje con Ramon. A vueltas con la cuestión de si es mejor viajar solo o acompañado: para mi clarisimo. Tras el tópico y la realidad que dice que, sólo y acompañado, son dos tipos de viaje diferentes e incomparables, viajar solo es muy/demasiado intenso. Si no hay más remedio se viaja solo, pero te diré… mejor acompañado. Tanta intensidad de vida sin compartir con alguien cercano es durillo. Pero, ojo, se trata de ir bien acompañado, con alguien con el que se tiene bases fuertes porque la convivencia es dura y un viaje acompañado es un chute de convivencia. Convivencia plan sobredosis.
Pues eso, que venimos a bucear. Bucear tambien es viajar. ¡Y tanto! Quizás es el colmo del viaje. Viajas por tu mundo pero es otro mundo y, encima (en este caso debajo), no es ni mucho menos tu hábitat. No puedes ir por tus medios tipo TRALARÍ TRALARÁ. Noooooo… Ni respirar por ti mismo puedes sin ayuda de una botella (de oxígeno, no de vino, cafres!), asi que no te digo nada más. Las «excursiones» por «ahí» no duran horas, duran minutos, de 30 a 45 minutos. Más ya es una pasada, pero esos minutos son eternidades de sorpresas, sensaciones, miedos, descubrimientos, sentimientos, impresiones y alucines, y todo en dimensión desconocida y como pez fuera del agua al revés.
Llegando a El Cairo, empezamos bien: desde el hotel se ven ya pirámides y el ambiente es de lo mas cinematográfico. Pero, a nosotros, ahora lo que nos pide el cuerpo es bucear. Gusanillo cascabelero en el estomago. Mañana nos vamos para SHARM EL SHEIJ.