Cuando estás mucho, mucho tiempo fuera de casa, viajas por el Mundo y tienes tiempo para reflexionar, cuando no tienes en los morros los árboles que tapan el bosque, cuando ves, analizas y comparas, parece como que la visión se te aclara. O algo así.
¿Y que tengo claro? Tengo claro que quizás tardará algo en caer, como los elefantes heridos de muerte, pero nuestro sistema de vida está finiquitado, caduco, muerto. Kaput. R.I.P.
Quizás en sus últimos estertores hará algún daño y algún estúpido político aprobará una ley contra la Naturaleza o un empresario con pocas luces pretenderá seguir construyendo casas a costa de bosques. O en más pequeñito, algún papito sin nada en el cerebro sacará de su casa, el mar, un pulpo o una estrella de mar para distraer a su hijo tonto ya sin remedio. Pero son seres y actitudes como piel muerta. Son zombis. Están, pero ya no son.
Se impone para YA, y ya se está produciendo, individualmente y a través de asociaciones y plataformas, un resurgimiento del poder civil que acabe, drástica, radical y revolucionariamente con tanta subnormalidad y tanta canallada.
En mi infancia, las gaviotas eran aves pescadoras. Las gaviotas son pescadoras, lo que ocurre es que el ser humano arrasa con todo lo vivo a su paso y solo deja basura y desperdicios para las demás especies. Hoy, en una sola generación, hemos convertido a las gaviotas en carroñeras. Una sola generación! 50 años. Y un día, el mismo ser humano no tendrá de que alimentarse. Eso pasará en muy poco tiempo porque todo va vertiginosamente rápido. Otra generación quizás. Eso ya no es ciencia ficción. Quizás alguien que ya ha nacido y se refolcila en lo superfluo sin la menor educación ni conciencia ecológica verá a su hijo escarbando en la basura para comer. ¿Catastrofismo?
Será duro. Primero habrá que acabar con los más dañino, luego nos tocará a todo el mundo reeducarnos.
Pero primero los depredadores. Los mequetrefes no están de enhorabuena. Ahora empieza a haber gente consciente que no calla y, organizados, ya ejercen ese poder civil. Los más grandes chapuzeros se pueden encontrar, y se van a encontrar, con que un día, cuando sigilosos quieran hacer alguna de las suyas, el pueblo, como si fuera un portero de discoteca alto, grande y fuerte como un oso les ponga una mano en el pecho y les pare. Entonces, por fin, mirarán cohibidos hacia arriba, se sentirán como unos enanos pillados in fraganti intentando colarse sin pagar y, mientras se les clava una mirada severa en los ojos, oirán que les decimos: “Pero donde te crees que vas, payasete.” (*)
Y después vendremos todos. Habrá que reestructurar y reconvertir. Habrá que meter en la cárcel y tirar la llave a violadores y corruptos, habrá que multar, sancionar y confiscar bienes a todos los que incumplan leyes extraordinariamente severas y prohibitivas sobre ecología y picaresca y habrá que reciclar muchos oficios y profesiones que, con la inercia de 50 años no han sabido ver el futuro.
Malos tiempos para los amantes de lo superfluo. Malos también para los que se creen que el papá Estado les va a quitar las castañas del fuego toda la vida. Malos tiempos para los poco formados y para los pusilánimes. Malos tiempos para los listillos, los derrochadores y los malos profesionales, para los que se crean mejores que su vecino y para los que se quieran parecer a él.
Habrá que reconsiderar drásticamente temas que la gente considera derechos adquiridos y todo eso llevará unos años de crisis severa y todos perderemos lo que ahora se considera “calidad de vida”. Todos menos nuestros nietos porque, hoy por hoy, a los hijos de nuestros hijos no les dejamos más que una película de mentira y un montón de mierda bajo la alfombra.
Yo lo veo con preocupación, pero también con optimismo y esperanza porque, piense cada uno lo que piense, y aunque todo el mundo crea que todo eso no va con él, el colectivo, por intuición, por instinto de supervivencia, ya se ha puesto en marcha. Todo está empezando a cambiar muy poquito a poco y esto ya no hay quien lo pare.
Hemos gastado Naturaleza a manos llenas como si no se fuera a acabar nunca y no le estamos dejando tiempo de regeneración. Los crecimientos económicos de China e India, en promedios del 10% anual, suponen también incrementos de nivel de vida y consumo en casi la mitad de la población mundial. Mientras, el crecimiento en Europa se ralentiza drásticamente. El Imperio de Oriente pide paso. Así ha ocurrido cíclica y constantemente durante toda la Historia.
Agarrémonos porque vienen curvas y, sobre todo, que cada uno piense muy, pero que muy bien, hacia donde va el siglo XXI y tome las decisiones correctas para adaptarse. Si no lo hace, la vida le obligará, y será peor. Entonces vendrán los lamentos. “Don Yo Creía” y “ Don Yo Pensaba”, son dos señores que no sirven para nada.
* Nota. La frase “Pero donde te crees que vas, payasete.” no es mía. Pertenece a Miguel Royan, “Miguelón”, mítico portero de locales de noche de mi pueblo, Begur.