Hoy, como es de ver en la foto, se me pone cara de pena al escribir. En catalán, mi lengua, decimos: «no hi ha un pam de net». Es decir, no hay ni un palmo de limpio. Es más decir, todo es una mierda.
Algunos se quejan de que hay gente que solo sabe subir a Facebook fotos de lo que han comido (… cualquier cosa «a la puturrú de foi»), las gracias del perro, el gato o el nieto (monísimos todos), o el viaje o la excursión del domingo («la Naturaleza es maravillosa y lo hemos pasado muy bien»). A mi todo eso me parece estupendo. Facebook no es la biblioteca de Alejandría. Y los «medios» tampoco pero…
Lo que me pone los pelos de punta son esos tarados impresentables que, en redes, discursos, artículos y tertulias, agarran por los pelos un tema de actualidad y, sin tener ni la más pajotera idea, ni mucho menos ganas de aprender, sueltan sus supuestas opiniones para organizar bukakes seudointeligentoides con el único fin de hacerse ver y demostrar que piensan, luego no estan muertos. Asi, a partir de una supuesta opinión firme, la generalización del insulto y el chiste fácil, crean debates con tanta altura intelectual como una fiesta de niños ingleses en Margalef.
Últimamente, el tema más recurrente al que echan mano ese tipo de individuos e individuas, obviando con alevosía e ignorando los restantes más de 60 conflictos armados vigentes hoy en dia en el Mundo, es la guerra de Ucrania y, por implicación, la OTAN y el necesario incremento de presupuesto armamentístico. Y pienso que crear ese tipo de actos obscenos alrededor del sufrimiento de tanta y tanta gente, rusos y ucranianos, es de vómito. Hay alguno que me tiene frito porque si hubiera sido un pelín mas tonto no hubiera encontrado el agujero por donde nacer. Y es una lástima.
Y la gente pilla cacho. O pillamos. Sale el/la perla en cuestión, ciudadano, psedoescritor, periodista o político y, tras realizarse una manola intelectual de calibre 9 mm parabellum, suelta una parida y todos le entramos a saco. Unos para aplaudirle la tontería y otros para criticarle la estupidez, cuando lo que habría que hacer y lo único que merecen es castigarles con el látigo de la indiferencia. Lo que quiere el sujeto/a es eso, polémica, fluidos corporales resbalando por la comisura de los labios que alimenten lo que quiere vender que, normalmente, es a si mismo y, como consecuencia, aquello con lo que se malgana la vida.
Todo lo que sabe el/la menda sobre el tema de debate es el resultado de sus conversaciones onanísticas con Mr Google y, en realidad, le importa un carajo. Lo único que quiere son likes o concordantes. Mucho ruso en Rusia, muy buenos los polvorones y, a partir de ahí, «no hay derecho a…»., lágrimas de cocodrilo, ya está liada y a contar emoticonos, votos o anuncios vendidos. Les interesa tanto el sufrimiento humano que hay detrás del asunto como la evolución natural de los ritos de reproducción del ornitorrinco mongol como consecuencia de su adaptación al hábitat del Pirineo francés.
Son mierda, son lumpen, son ese tipo de mosquitas que se acumulan alrededor de algo putrefacto como es la sociedad actual, sociedad obviamente en declive y en inmediato e irreversible peligro de extinción.
La guerra y, como consecuencia, la industria armamentística debería ser un tema superado en una sociedad mínimamente decente, pero no. En absoluto. Porque… así pues, ¿toda la parafernalia sobre tema Ucrania iba para esto no? Incremento del gasto para «Defensa». Armas para garantizar la paz ¿no? Y yo, como no lo entiendo, soy gilipollas. O peor, ¡antisistema! Y encima melenudo. Ay, ay, ay…
Nos vamos a ir a la mierda igual pero, por favor, dejad a ese tipo de seres solos. No les demos ni un like, ni un voto, ni un segundo, ni un duro… Hasta para extinguirse hay que tener una cierta clase y elegancia.