En unos días vuelvo a casa. ¡Buf! Es fácil decirlo. En realidad, sólo vuelvo para irme otra vez en unos pocos meses. Solo he cumplido un tercio de mi sueño. Mi vuelta al Mundo tiene 3 partes y ahora acabo la primera aunque, en realidad, ya he hecho más kilómetros que los 40.000 de circunferencia de la Tierra.
Da un poquito de miedo volver. No hay ningún otro lugar del mundo al que, hoy por hoy, preferiría ir, pero da un pelín de angustia. ¿Cómo me encontraré? Vengo de un lugar muy, muy grande y muy, muy solitario.
Hay gente que dice que me envidia. Bueno…eso hay que ponerlo en contexto. Cuidado con lo que deseas. Conseguir vivir lo que estoy viviendo es un privilegio increíble, pero hacerlo, amigo…hacerlo tiene su guasa. Hacerlo es física y mentalmente durillo. Es intenso, es apasionante, es fascinante, pero quien lo quiera intentar que se prepare.
Y si no está preparado, la Universidad de Mundología se encargará de enseñarle. Con los mejores profesores te dan lecciones de tolerancia, solidaridad, orden, organización, humildad, alerta y respeto. La Naturaleza té enseña tu insignificancia y, si no aprendes, una diarrea en un autobús té darà una clase maestra de recuperación de las que recuerdas toda la vida. Tomas un montón de decisiones y conoces lo importante que es la serenidad.
Un tren cruzando la estepa rusa te harà escribir mil veces en la pizarra la palabra soledad y ganarás en disciplina y fortaleza mental porque a fuerza ahorcan. Un ampolla en un pie y la necesidad de una tirita te mostrará el valor de las pequeñas cosas y el peso de tu mochila pondrà en su lugar el materialismo y el consumismo. Los intentos de robo y timos te darán normas para conocer a las personas y alguna clase de repaso que llega desde casa te ayudará a saber con quién puedes contar y con quién no.
Tendrás lecciones de supervivencia, a veces caras, de generosidad y de moderación, y aprenderás a compartir. En educación física conocerás el límite de tu cuerpo y lo disciplinarás, se fortalecerá tu espíritu y se ampliará tu capacidad de sacrificio y adaptabilidad. Sabrás de la fuerza de una sonrisa, se te agudizará el ingenio y se musculará tu curiosidad. O así debe ser porque si no…malo.
La letra con sangre entra, y tú soberbia, tu vanidad, tu debilidad y tú pusilanimidad recibirán de lo lindo ostias y capones por todos lados. Conocerás de valores y principios, de esfuerzos y merecimientos, de nostalgia y pérdida y, sobre todo, aprenderás a aprender. También está la asignatura de desarraigo y desapego. Esa es complicada. Yo la llevo mal.
Por todo eso no te dan ni un título, ni una medalla, ni una banda de honor, ni habrá fiesta de graduación porque esto no se acaba nunca, Quizás, solo quizás, los demás verán esa formación en tu mirada o la reconocerán en tu manera de vivir. No sé. Está por ver.
Ah! Y de esa universidad no sale ningún maestro. Los que hacen esa carrera bastante tienen con digerir las lecciones como para querer además darlas.
Yo, la verdad, vuelvo porque lo necesito como el agua que bebo. Este año de carrera, una carrera que me temo no tiene fin, ya lo he dicho y lo repito, ha sido intensa. Necesito descansar la mente y reparar el cuerpo.
Es como todo. Todo estilo de vida exige sacrificios. El mar, la montaña, un deporte, la empresa, la familia, viajar… La gente se queda con la foto chula pero, detrás, hay un montón de lucha, un montón de esfuerzo… Es como subir una montaña. La cima es el no va más, es el clímax, es placer, pero… hay que llegar allí. Cuidadín. Y a mí me falta mucho. Vuelvo a casa para prepararme para esa segunda etapa.
Mas de 333 días de viaje. Casi un año. Son un pilón de días con situaciones de todo tipo que has de controlar. Ni la gente, ni la Naturaleza, ni la vida, ni tu mente te da cuartel. No estamos preparados para la vida nómada. No es nuestra manera natural de vivir.
La recompensa si, la recompensa es enorme. Enorme. Lo que he llegado a ver y vivir este año ha sobrepasado todas mis expectativas y objetivos. Las aventuras en el lago Baikal, en Rusia, y en el Monte Pulag, en Filipinas, los momentos compartidos con Ramón en Japon y Tasmania, y con nuevos amigos como Encarna en Laos o Jordi en Myanmar…la paz en Wallpole o Bicheno, en Australia, los callejeos por Tokio o Bankok, la miseria de Manila, los alucinantes paisajes de Tongariro en Nueva Zelanda, Ha Giang en Vietnam o Mae Sariang en Tailandia, las acampadas en Urulu o Walls of Jerusalem….
Por tierra, mar y aire he caminado por bosques húmedos y desiertos, he ascendido montañas, he traspasado selvas, he subido a volcanes activos, me he bañado en mares templados y he navegado por océanos, fiordos y lagos. He vadeado ríos, he visto funerales, carreras de barcazas y carnavales, he viajado con ferrocarriles cruzando estepas y vertiginosos desfiladeros, he estado arriba y abajo de larguísimos cañones naturales, he vivido dias en islas soleadas y heladas, en metrópolis y en ínfimas aldeas. Con nieve, lluvia y sol de justicia, he dormido en aeropuertos, cabañas, refugios y tiendas de campaña, he reído, he llorado, he sido feliz y me he sentido muy, muy solo y desgraciado…he vivido, he vivido muchísimo y muy intensamente.
Ahora ya está…por ahora. Me paro. Voy a buscar la otra mitad de mi llámale alma, corazón o como quieras que, por más vueltas que yo de por el Mundo, nunca viene conmigo.
Vuelvo a casa.