Indonesia (y 7) Loksado. Las Meratus/Epilogo

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A Loksado llego en una camioneta abarrotada de cajas de huevos, sacos de cemento, bollería, refrescos, baldosas de cerámica, pollo…botellones de gas y bidones de gasolina. Encantador.

Es un pueblo agradable y básico, incrustado literalmente en la jungla y partido en dos por el río Amánditi. Un  centenar de casas de colores, algunas pensiones, un par de lodges, 5 ó 6 warungs para comer y todo alrededor naturaleza exuberante.

En Loksado no hay wiffi, la luz se va con cada tormenta, el agua es un ahora sí, ahora no… El pueblo, y  tú con èl, a las 9 de la noche duerme y a las 6 de la mañana despierta para vivir otro día exactamente igual que el anterior, como suspendido en el universo con las constantes vitales cercanas al coma cerebral colectivo.

La naturaleza es espectacular. La primera tarde ya camino 4 horas para subir la primera montaña. Al bajar no hay agua así que a lavarse al río, como todo el mundo.

Y si Loksado es ya un lugar alejado del mundo, perdiéndote por los cientos de senderos y caminos que encuentras por los alrededores llegas a poblados, aldeas y asentamientos madereros todavía más remotos. Cuando ves un conjunto de casas habitadas y piensas que no puede existir lugar más inhóspito y apartado de la civilización, si sigues, encuentras otro, y otro, y otro… Parece mentira. Vidas cruelmente aburridas sin más progreso que motos destartaladas, hornillos y machetes. 

En Kamawakán, a 10 kilómetros de Loksado siempre hacia arriba, buscando unas cascadas que no salen en ninguna guía, me encuentro a Yanto, un agricultor que me enseña «su» montaña. Corta unas ramas de árbol, hace dos bastones y me adentra en la jungla a machetazos vadeando ríos con el agua hasta las pantorrillas, bajando, subiendo, brincando…y me lleva a dos saltos de agua de lo más salvaje que podré ver nunca. Después, ya en el poblado otra vez, con barro hasta las cejas, satisfacemos con la gente del lugar nuestra mutua curiosidad en un encuentro sin idioma común ni prejuicios, en dimensión desconocida de mímica y risas. 

Pasan así 5 relajantes y saludables dias explorando caminos y hablando con la gente que hace su vida social en los porches de las casas pelando «keminting», un fruto seco que utilizan para comer, cosmética y medicina, y en la misma calle donde campan por sus respetos gallinas, gatos, perros, patos y hasta algún cerdo en las casas cristianas. Los animales conviven en aparente armonía como lo hacen los diferentes grupos humanos de variadas etnias y religiones.

Veo en Loksado un letrero que anuncia un evento. En negrita dice: «Pengobatan gratis dausunatan gratis pada». Tanto «gratis» produce una lógica erecciòn a mi catalanidad y pregunto si «eso» también es para extranjeros. Se parten el culo de risa y me dicen que sí, que si yo quiero también. Se trata, entiendo al final, que ese día hacen gratuitamente, a quien quiera, la circuncisión. Suerte que esa gente no son de bromas pesadas…

Un apunte sobre la comida: hartito estoy de pollo, pescado de río y, sobre todo, arroz hervido. Arroz cada día, para comer y para cenar. También hay alguna sopa, fideos fritos y vegetales cocinados con chile a tope. La variedad culinaria no es lo mejor de Indonesia. Contento me tienen. Hoy me va a tocar sopa de pollo (Soto ayam), con arroz, claro. Tengo un desarreglo intestinal. ¿O què os pensabais? ¿Que los intrépidos aventureros no tenían diarreas? Pues sí. Me consta que incluso viajeros tan ilustres como el Capitán Tan y el Coronel Tapioca se han visto, en alguna ocasión, en ese tipo de problemas tan poco elegantes.

Un día en Yakarta, para darme un baño de polución y exotismo urbano, con mercados, mucho chino, tráfico infernal, pinchitos de serpiente a la barbacoa…y ya ha llegado la hora de dejar Indonesia. Mañana, antes de volver a casa, me voy a hacer una excursión de 10 días a Vietnam. Será una bonita guinda para el pastel.

P.D. Por cierto, de vuelta volví a intentar ver los búfalos de río en Negara y…¡BINGO! Es como un rancho del oeste pero los cowboys van en barca, los establos están en medio del río y los búfalos nadan como ballenas. ¡A tozudo no me gana nadie!

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EPILOGO. Sonrisas.

No os podéis imaginar los cientos  de personas que me han saludado en Indonesia. Por la calle, desde los comercios, desde los coches y motos, en los barcos… ¡Hello sir! ¿How are you?  ¡Hello mister! ¡Foto please! ¿Where you come from? Niños y niñas, jóvenes y viejos, hombres y mujeres. Y no para vender algo, no, sòlo por saludar, cruzar unas palabras, hacerse una selfie, darte la mano… Cientos de saludos. Increíble. Y siempre con una sonrisa en la cara, siempre. Del viaje a Indonesia me llevo muchas cosas pero, sobre todo, me llevo un montòn de sonrisas que me han ido muy, pero que muy bien. Por si alguien las necesita como las necesitaba yo, aquí dejo unas cuantas…

 

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2 COMENTARIOS

    • Hello Jordi! Ja em queda poc pero ja estic preparan el proxim viatge! Un día de aquests m en vaig a veure al Xevi Pi per recuperar pes al seu restaurant 🙂

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