«Así, pues, la apuesta estaba ganada, haciendo Phileas Fogg su viaje alrededor del mundo en ochenta días. Había empleado para ello todos los medios de transporte, vapores, ferrocarriles, coches, yatchs, buques mercantes, trineos, elefantes. El excéntrico caballero había desplegado en este negocio sus maravillosas cualidades de serenidad y exactitud. Pero, ¿qué había ganado con esa excursión? ¿Qué había traído de su viaje?»
La vuelta al mundo en 80 días. Julio Verne
En Islandia son poco más de 350.000 habitantes en 100.000 kilómetros cuadrados de isla. Es 3 veces más grande que Catalunya y 5 veces menos que España donde vivimos, o viven, porque yo ya no se dónde vivo, 7 millones y 40 millones, respectivamente. La mitad de los islandeses viven en Reikiavik y casi todo el resto de la isla está poco menos que vacía y despoblada.
Este es un país en medio del océano que no está cerca de nada, como un pedazo suelto de Groenlandia. Islandia es tundra, volcanes, icebergs, geiseres, termas, lagos y, sobre todo, frio, un frío espeluznante. Sólo la corriente del Golfo mantiene a este país más o menos habitable… y según para quién y para què. Vivir aquí debe ser durillo y los vikingos debían ser de armas tomar. Algo habrá que conocer de todo esto.
Me recibe un día frío y gris. No podía esperar otra cosa de esta tierra inhóspita. El jet lag me la ha jugado, ayer no pegué ojo en todo el día y necesito dormir pero no es ni mediodía y, antes, me voy a dar una vuelta por ahí. La ciudad parece bonita y ya està todo preparado para Navidad.
Las montañas nevadas con el mar ventoso dan al conjunto un aura de clima gélido de helarte el moquillo y acobarda al más pintado así que tocó retirada a las 16.30 horas, ya noche aquí, no sin antes hacerme con un fish and chips de bacalao que serà…pues no sé, mi comida/merienda/cena.
Hoy pienso dormir 12 horas seguidas. Para mi Islandia no es un destino sino ya una meta. La última meta. Es la vuelta a Europa y la vuelta a casa. El clima me venía soplando el cogote y me ha pillado. Continuar viajando ahora poco a poco hasta casa no tiene sentido. Estas últimas 48 horas de viaje, además, ya han sido la puntilla para mi espalda y no estoy para largas travesías en tren y autobús así que organizo mañana que hacer por aquí y, cuando vea el momento, avión a Barcelona y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Toca casa.
Pues si, he dormido medio día de un tirón. Aquí amanece ¡a las 10.30 de la mañana! Y digo «amanece» porque decir «sale el sol» es mucho decir. Aquí, máximo, el sol pega un brinco y se mantiene un rato en suspensión, como unas 3 horas, para volver a caer y seguir durmiendo el sueño de los justos. Me voy a ver la ciudad.
Vista. Tiene su gracia, pero hace un frío del carajo. Casitas de colores, iglesias, el lago, parques pelados, montañas heladas y el cielo haciendo de titiritero para dar espectáculo al personal. Desde los ventanales del hostel veo una aurora boreal y salgo disparado a la calle para disfrutarla…¡Qué pasada!
Mañana me voy a ver el Círculo Dorado: Parque Nacional de Thingvellir, Área Geotérmica de Geysir y la cascada Gullfoss.
Pues si, aquí las fuerzas creadoras, quizás arrepentidas de dar a esta isla un aspecto tan agreste y un clima tan cabroncete, trabajaron duro para dotarla de originalidades naturales de primerisimo orden. El Parque de Thingvellir es austero pero impactante, el área de geiseres es una recreación del infierno indudablemente bella y las cascadas, sobre todo las cascadas, son realmente impresionantes. Eso sí, allí un viento gèlido da una sensación térmica de por lo menos -10º y se hace difícil mantenerse en pie. Mis menos de 60 kg. no son nada para èl. El frío es de medalla de oro, banda de honor, corona de laurel, dos orejas y el rabo. La experiencia bien vale la pena pero es también de «me cago en tus muelas» y de «mamá quiero irme a casa». Una maravilla y un horror. No he pasado tanto frío ni en cimas. No me creo que esto esté al nivel del mar.
Y San Seacabó ¡Carai! Se acabó la Vuelta al Mundo… ¡Què sensación más rara! ¡Ha sido grandioso! No quiero escribir mucho más sin pensar, sin digerir. Ya habrá tiempo….
Un par de notas… ¿Que me he traído yo del viaje? ¡Bufff! De entrada la satisfacción de no haber pasado por este Mundo sin conocerlo. No todos tienen ni la oportunidad ni las ganas, ni las condiciones. En realidad yo no sabía que tenía las 3 cosas. Y de salida un montón de experiencias y conocimientos, eso que llaman Mundología, un saber que no se aprende en ninguna escuela y que sólo se puede adquirir pateando el planeta e interactuando con gente de todas las razas, colores y nacionalidades y en todas las circunstancias. Alguien dijo que «viajar es la única cosa que puedes comprar que te hace más rico». El mismo Julio Verne, de forma muchísimo más sencilla, escribió: «Me doy cuenta que viajar no resulta inútil si quieres ver cosas nuevas”. La frase tiene su guasa.
Otra cosa es el «PARA QUÈ SIRVE TODO ESO». Pues eso ya no lo sé. Phileas Fogg ganó así las 20.000 libras de la apuesta aunque, en el viaje, se había gastado casi lo mismo. Por mi parte…ayer, ya lo he dicho, vi una aurora boreal, un regalo final preciosísimo, hoy, más y más vivencias que sólo la Naturaleza es capaz de ofrecer para el que pueda y sepa estar ahí para disfrutarlas, y me hace ilusión acabar toda esta serie de escritos con esas fotos y las últimas palabras de «La Vuelta al Mundo en 80 días» así que, yo, feliz, hago mutis por el foro y vuelvo a casa….
«¿Qué había traído de su viaje?
Nada, se dirá. Nada, enhorabuena, a no ser una linda mujer, que, por inverosímil que parezca, le hizo el más feliz de los hombres.
Y en verdad, ¿no se daría por menos que eso la vuelta al mundo?
FIN»
Alas y Viento.