Japón (2) El Kumano Kodo

2
2426

El Kumano Kodo es una red de rutas de peregrinaje por los bosques y montañas de la península de Kii, en el Parque Nacional de Yoshino-Kumano. Nosotros haremos en 4 dias la travesía Nakahechi que empieza en Tanabe, a 2 horas de Kioto en tren bala. Son caminos sagrados para el sintoismo donde, se dice, habitan los espíritus de la Naturaleza.

La primera jornada del Kumano Kodo, de Takijiri-oji a Tsugizakura-oji, son 6 horitas. No es un paseo pero tampoco una tralla. Eso sí, empieza con una subida de penitencia, de las que centran el desayuno en el plexo solar. Sólo con eso seguro que se rebajan mis pecados, al fin y al cabo veniales todos, a la categoría de simples chiquilladas. A partir de ahí, subidas y bajadas moderadas por bosque cerrado, amenizadas por la banda sonora de pájaros de diferente pelaje, grillos y ranas cantarinas. Hace un día espectacular, solito bueno, aunque caminamos a la sombra y con olor a tierra mojada. Ni rastro de seres humanos. Sólo nos cruzamos con lagartijas, culebras y algún cangrejo de río desubicado.

Por la poca dificultad del terreno, me despistó un momento y tengo un accidente con un joven y robusto árbol autòctono inclinado en el camino. Le doy violentamente con la frente pero no hay que lamentar daños personales graves. Total, caminata de un rombo sin más. Nos hospedamos en una casita del más puro estilo japonés donde, encima, nos preparan una especie de menú degustación de los productos de la región. Bueno, bueno. Eso sí, ni idea de lo que comemos.

La segunda jornada, destino Hongu Taisha, ya casca más. Si la primera era forestal total, està es lo mismo más 10 km de montaña con un par de picos guapos. Ruta mucho más abierta, con vistas preciosas y el mismo solete primaveral que ayer. Total unos 25 km, 7 horas y algo.

Ramón y yo nos vamos mirando de reojo disimulando los dolores y cansamientos que empiezan a salir para evitar las bromas del otro pero, la verdad, al final del día acabamos bastante baldados. Los 8 Kg de mochila que llevamos cada uno handicapan un pelín. Peeeero… , llegamos al gesthouse y se pasan todos los males. Habitación tipo japo con futón y demàs y, sobre todos los demases, una bañera del doble de profundidad que las nuestras y la mitad de longitud. Tipo barreño, vamos. El placer de un bañete caliente y espumoso despues de un trekking es difícilmente superable. Sales como masajeado, perfumado y (casi) todos los «…ados» buenos que se te puedan ocurrir. Un pasote. Hoy cenamos ligero en la habitacion cuatro cosas que hemos comprado en el super. Alguien se ha dejado en la nevera una botellita de sake y el encargado dice que nos la podemos beber. Ta bueno. Cómo una especie de fino andaluz.

El tercer día paseo agradable de 17 km hasta Koguchi. Cinco horitas sin más. Nos volvemos a cruzar con culebras y viborillas varias. Los enormes ofideos huyen despavoridos al fijar en sus pérfidos ojos mi fría mirada de Gran Cazador Blanco. Debo ir con cuidado porque, algunas autoridades internacionales, ya me han llamado la atención advirtiéndome que mi mera presencia en los bosques podría constituir delito ecológico debido al enorme estrés que provocó en las bestias salvajes. Mi fama me precede y debo ser prudente en este sentido. No quiero problemas.

El día acaba en un hotel con trino de pajaritos, bucólico río y, TACHIN, TACHIN… con un onsen (baño termal) de mucho cuidado. En el onsen, como desconocemos las normas, hacemos el ridículo a chorros, nunca mejor dicho. Resulta que hay un baño-piscina interior y un estanque exterior. Entramos en la interior con traje de baño y sandalias y los 4 nativos que hay allí nos miran como a extraterrestres. Nos quedamos en cueros y se tranquilizan. Hay un mármol, con unos taburetes y unas jofainas donde los autóctonos se lavan sentados antes y después de los baños. Cómo también hay surtidores de ducha a media altura nosotros pasamos de los lavados con taburete. La pisciniki está caliente de sudar. Un rato allí y otro al lado, en una especie de jakuzzi que, por el olor y el color, es de tè. Pasamos al estanque del exterior, también de agua caliente. Hay un vídrio opaco que da al edificio principal. Como sea un cristal de esos tipo rueda de reconocimiento, los del hotel se lo deben estar pasando de miedo con nosotros. Otro ratito macerando en tè y otra ducha de remate. Después de una hora de sumergir nuestros cuerpos serranos en aguas varias salimos limpios y arrugados como honorables viejecitas. Un placer.

Lo que ya no es un placer es que me miro al espejo y me veo delgado de hambruna. Hay en el onsen una báscula y me peso: 56,5 kg!!!!! Mi peso son 64 kg!!!!! No es que me estè adelgazando, ¡es que estoy desapareciendo! Simplemente, no estoy, ¡no soy! Teniendo en cuenta que al nacer pesè 4,5 Kg e iba para machote, estoy rejuveneciendo a marchas forzadas. Se me ven todos los huesos y la clavícula hace el efecto óptico de que me he tragado una percha de canto. ¡Dios! ¡Qué desastre! A partir de mañana dieta estricta de engorde.

Nos sacudimos una cena de agárrate, con todo tipo de platos, platillos y platazos y a dormir. Mañana la caminata dicen que es de fin de fiesta huevudo y traca, con un par de picos de los que hacen pupa, y nosotros ya no estamos para muchos trotes.

Cuarto y último día, final de trayecto en Nachisan. Infinitas escaleras entre bosque cerrado. Según lo esperado, de entrada, 2 horas y pico de subida sin anestesia, de los 80 a los 870 MTRS. Después un sube y baja de otras 2 horitas, y aún otras 2 de bajada cascarròtulas. Total, algo más de 6 horas que nos deja en las últimas. Pero hemos acabado el Kumano Kodo y estamos felices. Una ducha, una cena y una cama, por favor.

Han sido unos días magníficos. Ejercicio, baños termales, gastronomía, buena compañía… No se puede pedir más.

Nobleza obliga: mil gracias a los amigos de Viajando por Japón (https://viajandoporjapon.com/) que nos han organizado hoteles y nos han ayudado muchísimo para que estos 11 días de viaje hayan sido un verdadero gustazo.

Ahora dejo la mochila un par de días. Se ha portado y nos hemos llevado bien, pero la convivencia es dura y creo que necesitamos algo de distancia. Volvemos a Tokio. Ramón ya se va (ay, ay, ay, eso sí va a ser duro). De ahí, ya solo y, otra vez, sin tiempo para pensar, me voy a la ruta Nakasendo.

image_pdfDescarga en PDFimage_printImprimir

2 COMENTARIOS

  1. Algunos japoneses del Camino de Santiago, me hablaban sobre estos caminos. Un viaje que, a través tuyo, comienzo a gestar. Gracias por compartir semejante inspiración!!! Abrazo!

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí