Laos (2) Luang Prabang. Calma chicha.

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A 50 km de Luang Prabang, en las montañas, cuando ya empezábamos a bajar al valle,  la carretera cede. Todo el tráfico ha de parar en la cuneta. Tardaran 2 horas a reparar el asunto, dicen…Quizás. Paciencia y a esperar.

Ha sido otra noche pesada de sleeping bus. No es que yo sea un portento físico precisamente, pero los compartimentos son medida asiatica y no quepo ni sentado ni estirado. He salido a las 8 de la mañana y llevamos casi 12 horas de viaje… Y lo que te rondarè morena. Si llegamos a mediodía me doy con un canto en los dientes. Tengo naranjada y medio sandwich.

Bingo. A mediodia llego a Luang Prabang, fijo hostel, dejo mochila y a callejear para hacerme una idea de la ciudad. Queda toda la tarde.

Luam Prabang es como la capital de la espiritualidad de Laos, con templos budistas en cada esquina, muy poco trafico y calma. Calma y tranquilidad por las riberas del río, por el barrio comercial, en el mercado… Calma chicha. Todo en perfecto estado de revista, cuidado y amigable. Un Asia ordenada y limpia, con serenidad budista. Viajeros, turistas, monjes, peregrinos y nativos se mezclan con naturalidad. Esta ciudad daría un encefalograma casi plano, pero tiene encanto: la opulencia asiática de los templos, el mercado nocturno, las vistas desde la montaña de Phou Si o desde las terrazas de los bares delante del Mekong… Sí, se está bien aquí.

La gente adora al omnipresente Buda. Son muy religiosos. Viendo su pasión, me pregunto cómo puede ser que algunos estén tan seguros de que su dios es el verdadero y los demás falsos. Es curioso como nos pasamos la vida mirándonos al ombligo sin ver nada màs.

Las montañas que rodean Luang Prabang no son tan espectaculares como en el noreste de Vietnam pero también hay que verlas. Ya me estoy oxidando de vida plácida así que me apunto a una excursión hasta las Kuangsi Waterfall. Empezamos a caminar en una aldea Kamu, una etnia minoritaria que, con los hmongs, habitan en estas montañas dedicados a la ganadería y el cultivo del arroz. La aldea es más tribu que poblado, todavía con chamanes y amuletos.

Hago la caminata con un guía y un japonés. Se llama Kujo, o algo así, tiene 21 años pero aparenta 16 y es pequeñín y delgado como un fideo. En comparación con el,  yo estoy cargado de anabolizantes. El chavalín me viste bermudas de rayas de cebra, camisa roja tipo batik, gafas de sol de diseño, zapatillas, gorra de basebol y una mochila más grande que él. Es gracioso. Sabe tanto de viajar y caminar como yo de punto de cruz. Fíjate si es animal, que tiene 9 días de vacaciones y se ha montado el siguiente itinerario: Tokio-Singapur-Yakarta-Luang Prabang-Hanoi-Tokio. Cinco países! En 9 días!! Cada loco con su tema.

El día es tranquilo, aunque algún rato caminamos por senderos que, en cuanto descarga lluvia, seguro son el curso de arroyos. Sin ninguna exigencia, pero el suelo de cantos rodados está resbaladizo.

Llegamos a una cueva. Ni una luz. Yo pensaba que se trataba de ver la entrada y adios muy buenas, pero, cuando ya me iba, dice el guía que entramos un trecho, un trecho que se me hace largo. Se trata de ir a ver un buda que hay dentro de la cueva. Ir y volver, dice. Tengo tendencia a la claustrofobia y las cuevas no son lo mío. En el camino de vuelta, después de 15 minutos de caminar por allí dentro a la luz de las linternas, no veo una roca y la embisto con la frente. Parece que la cueva aguanta bien el impacto, yo no tanto. Herida aparatosa. Sangro a goteo, aunque parece que no es herida abierta si no sólo rasgón. No necesitará costura. Antiséptico, gasas hasta que deja de sangrar, y andando.

Al cabo de 3 horas y media vemos ya los saltos de agua de Kuangsi, una bonita catarata con varios niveles. Bonita, pero mucha gente. Por el lado contrario se puede llegar en coche y muchas familias y turistas hacen picnic en la zona.

Ya han llegado a Luang Prabang Guillermo y Encarna, así que hoy ceno con ellos. Comentarios sobre viajes, una copa y otra vez nos despedimos. Los caminos se vuelven a separar.

El ultimo dia en Luang Prabang, domingo, hay una competición de piraguas en el río. Es un deporte local tipo las gabarras vascas o las carreras entre Oxfort y Cambridge. Son piraguas tradicionales como de 10 metros, con 30 ò 40 remeros, y la victoria es un gran honor para el pueblo o la cofradía a la que representan los ganadores.

Y, alrededor de la competición, una feria por todo lo alto. Ambientazo de gente local, la mayoría con paraguas para protegerse del solano que cae inclemente, con tenderetes feriantes por todos lados: ropa, artesanía, juguetes, comida… Abarrotado. Toda la provincia está aquí de Fiesta Mayor.

Las piraguas compiten durante todo el día, 1 contra 1, eliminándose entre sí hasta llegar a la gran final. La gente lo ve en directo en la ribera del río, de pie o sentados en el suelo, y en casetas restaurantes con televisión, porque en la tele también retransmiten toda la carrera. Un speaker resuena en los altavoces con pasión in crescendo a medida que las barcas se acercan a la meta, momento que cantan excitados como nuestros locutores los goles del futbol.

Se ve mucha gente de las etnias de las montañas, familias enteras, también con los abuelos que vete a saber cuándo fuè la última vez que salieron de la aldea. Todos con sus mejores galas, traje de domingo importante. Sí, un bonito domingo.

Sigo adelante. Me voy a Luang Namtha, base de operaciones para trekks en la Zona Nacional Protegida de Nam Ha. A ver qué me encuentro.

Laos tiene las peores carreteras del mundo. Esta vez, desde Luang Prabang a Luang Namtha, el tiempo previsto de 6 horas  se convierte en todo el día, 16 horas. Un puente se ha descuajeringado y tienen que pasar los coches por el río, de 6 en 6, con barcazas. Llegamos por fin a destino pero me tengo que quedar a dormir en un hostal de la estación, a 10 km del pueblo.  No hay manera de llegar alli si no es andando y, para andar, no son horas. Es casi medianoche. No tengo nada para cenar y todo está cerrado. Me conformo con un café…Me vuelve a sangrar la herida de la cabeza. Mañana saldrá otra vez el sol. Seguro.

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