DEMONIO BALINÉS
Autor: anónimo
Material. Madera
2.008, Bali, Indonesia (Asia)
Las leyendas balinesas y, en consecuencia, sus danzas y espectáculos dramáticos, están llenas de todo tipo de demonios. En realidad, de acuerdo con las creencias del hinduismo balinés, la bondad y la maldad están en todas las cosas. Es el equivalente a nuestra cara y cruz de todas las situaciones. Por ello, los demonios balineses no siempre son esencialmente «malos» sino que pueden ser fuerzas positivas que reaccionan de forma irracional. Desde luego pueden convertirse en negativos y destructivos si no se les reconoce y aplaca pero incluso, en ocasiones, tienen el poder de intermediar entre humanos y dioses. En muchas obras teatrales, los demonios tiene más un papel cómico y travieso que malvado y terrorífico.
Cada maestro mascarero interpreta esos demonios siguiendo unos rasgos, colores y simbolizaciones tradicionales con toques personales que complican más la identificación de cada personaje concreto.
Está pieza tiene una buena cantidad de esos símbolos tradicionales. Su apariencia está basada en un legendario demonio incestuoso. Los ojos profundos, frente baja y cejas doradas y tupidas le dan una mirada simiesca mientras que la nariz, redondeada y bien proporcionada, las mejillas y las arrugas pintadas en las comisuras de los ojos, sugieren, según quien observa y cómo actúa, una disposición alegre o fiera. Sus grandes dientes, resaltados por labios rojo-sangre, demuestran su poder y su negrura simboliza ascendencia India y oscuros instintos, pasiones y deseos. En cuanto a los colmillos, largos y curvados, representan la naturaleza indómita y desenfrenada de alguien impulsado a perseguir necesidades insaciables