México es un país, es un estado y es una ciudad. Ciudad de México es la capital de México, o República Mexicana o Estados Unidos Mexicanos, pero no es la capital del estado de México porque la ciudad Mexico es un estado en sí misma distinto al estado de México. Asi que México ciudad no está en México Estado cuya capital es Toluca. Un pelín lioso.
La República de México tiene 32 estados y yo ya llevo 7 que, cuando llegue a Querétaro serán 8, cerrando viaje nuevamente en CDMX, la casilla de salida. Seguimos…
Llego a Toluca a las 15 horas después de 3 transbordos: Tlayacapan-Oaxtepec-Cuernavaca-Toluca. Dejo la mochila en el hotel y me paseo por el centro: Iglesia de la Santa Veracruz, Palacio Municipal, Catedral, Teatro Morelos, Palacio de Justicia, Palacio del Gobierno, Parque de la Ciencia, Iglesia del Carmen, Jardín Botánico… Éste último por fuera es una chulada y tengo que volver y verlo por dentro, pero mañana mismo me voy al verdadero objetivo de esta etapa: el Nevado de Toluca.
El Nevado de Toluca, también conocido como «Xinantécatl» (Hombre desnudo), es un volcán de 4.680 m por el que, dicen, se pueden patear unos senderos guapos. Vamos a verlo.
Vuelta a la terminal de Toluca, y tomo un bus a la aldea de Raíces. A partir de ahí, algunos en «combi», otros a pie, se sube hasta la entrada del Parque Nacional. Hoy es sábado y esto está petado. Mal vamos. Sufro una terrible y molesta alergia a las multitudes.
Se nota la altura y la caminata se me hace dura. Llego hasta 3 kilómetros antes del cráter porque, a partir de ahí, han cerrado por nieve. El Nevado de Toluca es guapo, desde luego, muy guapo, pero hay tal cantidad de gente que no disfruto el camino. Los senderos son puro barro de tanto pisotear la nieve, por la carretera pasan camionetas, caballos, bicicletas… y suerte que por aquí no hay camellos. Cada cual sube como quiere, por donde quiere y hasta dónde quiere… Un buen día de deporte, eso sí porque, entre pitos y flautas he caminado más de 8 horas, pero nada más.
Domingo. Me encantan los domingos. Quedaba pendiente el Jardín Botánico. Soy el primero en entrar y lo disfruto en absoluta soledad. Bonito. La combinación de plantas y vitrales compuestos por miles, o cientos de miles, de piezas de vidrio es espectacular. Después rambleo. Me subo a Cóporo, un barrio con las casas pintadas en colores pastel, paseo por el parque de Cuauhtémoc, voy al mercado, Templos de la Merced y de Santa María de Guadalupe…
¿Porqué habrán tantos templos en todos lados? Vale que las religiones sirven para que la gente vuelque sus miedos en algo y que, además, dan valores, más o menos correctos, a quien no se los da su propia conciencia y educación, pero para eso no creo yo que se necesiten tantos y tantos metros cuadrados. Los monumentos de todo tipo sufren los avatares del tiempo pero los que pertenecen a cleros varios no. No sé. El mantenimiento es mucha pasta y los templos se multiplican exponencialmente. A veces encuentras 2, y hasta 3, en una misma plaza.
Si ofendo hay que perdonar mi pregunta. Sé que los caminos del Señor son insondables, que el clero son sus representantes y, por tanto, no tienen todas las respuestas, que hay una serie de dogmas de fé y que ésta, la fé, mueve montañas. Ya, ya, pero es que yo, en algunos temas como este, me muevo entre la ignorancia y la indiferencia y, sin embargo… me parece a mi que hay algo en todo eso que no está bien.
Me cambio de mi hotel del centro a uno junto a la Terminal de Autobuses. Mañana tempranito me voy a Querétaro.
En San Juan del Rio, en el estado de Querétaro, me espera una familia de amigos que me han amenazado muy seriamente con apocalípticas maldiciones sin remedio ni antídoto alguno si no voy a su casa a verles. Me agarran y me hospedan en su casa a pan y cuchillo paseándome por todo el Estado en plan turisteo. No tengo prohibido hacer algo de turismo, si es poquito, y me sentarán bien unos días de familia con tranquilidad y buenos alimentos.
La casa de mis amigos está en un «Fraccionamiento», una especie de gran urbanización o pequeño pueblo de casas uniformes adosadas de color blanco impoluto con seguridad privada que la delincuencia urbana en México ha hecho proliferar como setas. Dentro de los fraccionamientos no hay comercio alguno y sólo dejan entrar a furgonetas reconocidas que ofrecen servicios de primera necesidad como peluquería canina. Los perros en México son muy pero que muy queridos y mimados.
Hasta ahora había visto México como equidistante entre África y Europa pero Querétaro ha dado un arreón y es otra dimensión. Todo muy limpio y cuidado, industrias modernas, autovías, restaurantes y comercios de calidad, arte y cultura, universidad imponente, minerales, artesanías, turismo, centros comerciales de calidad en las afueras, aguas termales… y es, parece ser, algo así como ¡la ruta de vinos de México! Me entero que Freixenet tiene cerca una bodega.
En la casa buenos alimentos y largas conversaciones. Por cierto, me preguntan mis amigos, ¡Otra vez! (es una pregunta recurrente), cual es mi pais preferido. Contesto, ¡otra vez! (ahi soy muy repetitivo), que eso es como preguntarme si quiero mas a papá o a mamá pero, esta vez, me sale un ejercicio un pelín más concreto. Les digo que de América lo que más me gusta es mi Argentina, de Asia quizás Japón, sin olvidar Nepal, de Europa, sin duda, España, de África, por el oeste Mali y por el este Tanzania, y de Oceanía todo todito porque Australia es un tesoro de arriba abajo y Nueva Zelanda que te voy a decir… Y así, con olvidos imperdonables, podría dar por contestada la pregunta.
Vuelvo al tema. San Juan del Rio y Tequisquiapan son vecinos. Digamos que San Juan es la ciudad residencial y Tequis es el pueblito turístico. Santiago de Querétaro, la capital, la veo muy de pasada, desde el coche, solo de paso camino a El Marqués, un municipio colindante. Parece una moderna y coqueta ciudad blanca. En medio de la modernidad, cruza un enorme y bien conservado acueducto del siglo XVIII. Estoy extremadamente sorprendido y reaprendo que no se puede opinar sobre un país antes de conocerlo mínimamente. Y conocer mínimamente un país tan enorme como México no es tarea fácil y requiere patearlo mucho y bien.
Lo que visito, pero no de paso, es un viñedo. Vino. Sí, vino, con un aperitivo estupendo pero creo que cualquier cosa de comer me hubiera sentado igual de bien con vino. En los viajes por el Mundo, si hay algo difícil de encontrar son el vino tinto bueno y el jamón serrano.
Visitamos también Bernal, Cadereyta, Amealco… Todo son pueblos, algunos casi ciudades, cada uno con su producto estrella, sea una montaña sagrada, muñecas de artesanía o quesos, con centros históricos coloniales y que han ido expandiéndose y se han convertido en centros vacacionales de fin de semana de la gente de Ciudad de México.
Y así, entre excursión, agradables conversaciones y saludables y reparadoras comidas familiares se van acabando mis días en México.
Es el principio del fin de esta etapa. Vuelvo a Ciudad de México…