Mozambique (y 5) Ibo. Archipiélago Quirimbas. Paraisos de mentira.

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Día de elecciones. Todo cerrado. Los pocos blancos que hay en el lodge matamos el día en el bar. Hoy sí que mejor quedarse quieto.

Como recuerdo de la agradable noche en la estación de autobuses de Nampula tengo el cuerpo trinchado de picadas. Sembrado. El escozor es desesperante y ya no me queda calmante. Tengo el estómago revuelto. Como buena noticia mi herida del mordisco se va secando y parece que cura bien. 

Cada día de viaje en África es una prueba con nuevas dificultades, obstáculos y quebrantos. Superas uno y viene otro, o dos más. Es agotador.

Otro madrugón, otra chapa, otra salvaje paliza en los riñones, otro viaje delirante de 5 horas, dando brincos por unas pistas imposibles hasta Quissanga. Allí hay que esperar 4 horas, a la sombra un baobab, a que suba la marea y poder llegar a Ibo. ¡Cuatro horas! …

El «navío» que me lleva a la isla es poco más que una patera, una chapa que navega con unos 20 pasajeros mozambiqueños y un… blanco. La tripulación es un capitán, con pinta de malas pulgas, ayudado por un chavalín como de 14 años. Una horita y media más de travesía que paso haciendo cadena con el grumete para, con un recipiente de plástico, achicar el agua que va entrando por una buena vía bajo el cascarón. No sé si es una imagen de drama o de chiste. Tragicomedia africana. 

De verdad que esta gente me sorprende. Por lo menos, una sorpresa cada día me la dan. Yo ya empiezo a sospechar que se han compinchado todos y exageran para que alucine con los desastres de su día a día. Todo es de una desorganización, falta de medios y de ganas apabullantes. Un buscarse la vida a pedazos y trompicones.

Al final, para hacer 150 kilómetros me he levantado a las 3 de la madrugada y he llegado a Ibo a las 3 de la tarde. Doce horas. Todo yo polvo y sal.

Me pregunto que hicieron durante 100 años los europeos en este país y en todo el continente para que esté tan… tan fuera de siglo. Y también como se lo han hecho los africanos para desperdiciar lo que hicieran los colonialistas aquí, por poco e interesado que fuera. Por cierto, no sé quién ha ganado las elecciones. Me da la impresión que no importa mucho porque nada va a cambiar.

Las Quirimbas se vende como un archipiélago de “islas paradisíacas”. Aguas turquesas y esmeraldas, playas de arena fina, las correspondientes palmeras…En realidad sólo en un par o tres de las 34 islas hay playas así y, además, durante la marea baja se convierten en arenales infinitos hasta que la marea alta las hace desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Poco te dura el paraíso.

La Isla de Ibo es un pueblo ruinoso en la punta norte y todo lo demás manglares y bosque. La playa es prácticamente inexistente a menos que llames así a cenagales y arenales que se inundan con la marea cercando el pueblo hasta las puertas de las casas.

Hace 6 meses, un tifón azotó Mozambique con saña y aquí le dió fuerte. El pueblo parece salir de una guerra. Totalmente destartalado. Podría ser una imagen de Alepo. Varias carpas de campaña de la Unicef con servicios básicos como dispensario y escuela refuerzan la impresión de conflicto o emergencia. Dicen que el fondo marino también salió muy mal parado. Eso no lo veré. Mi herida no quiere mucha agua mientras se va secando así que, para ver fondos, tendré que esperar a Madagascar.

Conozco a Benjamín, un guía local con el que quedo mañana para ir a Quirimba una isla vecina, ida a pie, con la marea baja, y vuelta en barco. También he encontrado un guesthouse que me han hecho buen precio y un par de casas de comida local donde encargo para las próximas cenas. Aquí, si no avisas que vendrás, o no tienen nada, ni dinero para comprarlo, o has de esperar a que vayan a buscar algo y, después, que lo cocinen. Es economía de mínimos, economía de subsistencia. 

La caminata hasta Quirimba son 3 horas y pico por caminos entre los manglares, a veces pisando charcos, las más con un palmo de agua y otras con el agua hasta las rodillas. En la orilla, nos acompañan unos curiosos cangrejos mancos, con una sola pinza, que parecen una broma de la Naturaleza. Me sugieren una reencarnación de castigo del Capitán América. Pasas algún río, aquí ya mojándote hasta la cintura, pisas barro y, en trechos, roca o arena hasta llegar al poblado con una piscina natural de agua clara y, todo lo demás, arena hasta que, otra vez, suba la marea. Creo que no había caminado nunca por un terreno así y tiene su guasa. Es dificultoso y cansado.

El lugar, Quirimbas, es típico de tirarse a la gandula, el paradigma de vacaciones en una playa africana de verdad. Sin puestecitos de mercado ni bares, solo una aldea de chozas, sucia y pobre, ajena al turismo que, prácticamente, por lo menos ahora, no existe. Una comida de arroz, pescado y yuca en el único campamento de la isla, bàsico a más no poder, y me lanzó a una hamaca bajo los árboles.

Y para volver otro cascarón con el que navegamos por donde esta mañana caminábamos y llegamos a Ibo ya atardeciendo.

Este es realmente un sitio para descansar y eso hago durante los próximos 2 días. Podría apuntarme a perderme por estas islas con un barco pero no me apetece. Algunos turistas lo hacen y seguro vislumbran lo que es «salir de la zona de confort» con una o dos noches «aventureras». Està bien.

Yo, sòlo paseos tranquilos aunque en el pueblo poco hay que ver. Quizás los “fortinhos” de San José y San Antonio, fuertes en miniatura o, más bien, torres de vigía, una iglesia que fué y ya no es, la Fortaleza de San Juan Bautista y, desde luego, la mísera pobreza y decrepitud de desastre de este paraíso de mentira. Y por las noches, una inmersión en la gastronomía local cenando lo que me dan en las casas de comidas: pescado, camarones, arroz de coco, matapa, cerveza de mandioca…

Y vuelta a Pemba, por última vez. Mañana toca avión, toca viaje, toca cambiar de país.

Mozambique ya se acaba, y alguna vez estos días he pensado que él acabaría conmigo. No sé cuál diría que es el país más difícil de África. Todos tienen poderosos argumentos para presentar candidatura a ese premio pero, desde luego, en todo caso, Mozambique estaría en el pódium de los 3 campeones.

Sí, Mozambique ya se acaba y hay que coger fuerzas. Mi herida, toco madera, parece que está casi curada y sigo adelante. Me voy a Madagascar y, en Madagascar, si la salud me acompaña, tengo pensadas un par de cosillas que… ¡A ver si salen!

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3 COMENTARIOS

  1. Nosotros visitamos Mozambique en el año 1996. Hacía pocos años que habían expulsado a los portugueses y Maputo parecía toda una ciudad de okupas, con casas magníficas hechas un desastre. Pero hicimos un recorrido, por la única carretera que entonces existía, hacía Inhambane y luego cogimos una barca hasta la isla de Magaruque (entonces un paraíso ).Había mucha pobreza pero, fuera de la capital, la gente vivía dignamente. Es uno de los viajes con mejor recuerdo que tenemos pero, por lo que explicas de tu experiencia, vemos que ha ido a menos. Una verdadera pena!

    • Hola Pilar. Pues no recuerdo bien pero creo que fué en el 2.006 que un tifòn de los gordos asolò el país. Realmente, Mozambique tuvo tiempos mejores. Un abrazo!

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