Nepal (y 5) A casa.

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De vuelta a Katmandú, lo mismo que al empezar pero al revés. Antes llegábamos ahora nos vamos. Cambio radical de punto de vista. Qué raro es siempre volver a casa…

En la noche de Katmandú, multitudes por todos lados… pierdo al grupo. ¡Ya me los han secuestrado! No. Nada, Teresa, sociable empedernida, se ha parado con Ramón y Xavi enrollandose con Jesús Calleja. Sólo Teresa es capaz de encontrarse con un conocido entre la vorágine de Katmandú…

Y, antes de irse, si te lo puedes permitir, prohibido dejar Katmandú sin cenar en el Nepalí Chulo, delante del palacio del rey, un restaurante lujosillo, turistoide pero bastante divertido y con buena cocina. Mis platos preferidos en Nepal los tengo claros: los «momos», masa de harina rellena con carne picada y especias, igual de buenas fritas que al vapor, y el sempiterno Dhal Baht, arroz hervido y, alrededor, para que lo mezcles como quieras, lentejas y todo tipo de porciones de carne y verduras en salsa con coriandro y cúrcuma. Y todo ello con un show de danza y teatro. Lujillo para occidentales.

Y la misería. Pues si. Mucha. Si quiero amargarme esa cena sólo tengo que pensar en toda la miseria que he visto y me han contado. Es tremendo. Familias que venden por un frigorífico a su hija de 13 años que acaba en los prostibulos indios…Emigrantes nepalís que trabajan viven y, muchos, mueren en los Emiratos Árabes construyendo rascacielos en condiciones inhumanas por enviar su sueldo a su familia en Nepal… La guerra civil…Qué te voy a contar. Un pais desgraciado Nepal… por ahora.

Me voy a casa. Sin mas.

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