Nueva Zelanda (1) Isla Sur. Te Waipounamu. Queenstown.

2
1232

Queenstown, a la orilla de una entrada en tierra del lago Wakatipu y rodeado de escarpadas montañas, es un pueblo de ensueño. La Naturaleza se regala y hace un verdadero alarde de belleza y esplendor. Aquí empiezo mi viaje por Nueva Zelanda, casi en un extremo de Te Waipounamu, la Isla Sur.

En esta zona pasaré los próximos 8 días. Donde iré después?… Ni idea. Seguiré caminando.

El futuro que tengo organizado en un viaje suele ser, más o menos, una semana. Van pasando días y voy gestionando los próximos, como fijando piezas con chinchetas o grapas o asegurando cordadas con anclajes. A medio plazo sólo están controladas, a veces, piezas básicas como un avión de salida del país y el hostel de la noche anterior. Lo demás, va viniendo a su ritmo.

A por ello. Ya estamos en el año 2.019. He dormido un par de horas en el avión y, de aquella manera, otro par de horas en el aeropuerto pero, después de comprar provisiones en el súper e instalarme en el hostel, no me puedo resistir a dar una vuelta de reconocimiento. Yo duermo poco, con y sin jet lag.

El pueblo se ve rápido. Es una estación de montaña, ski y deportes de aventura con un centro de comercio elegante y restaurantes pijillos. Tiene unos bonitos jardines, un paseo de lo màs fotogénico por el Wakatipu, un mini puerto y una playita con montones de gaviotas y patos. No hay más nada. El atractivo principal está en las montañas que lo rodean enmarcando el larguísimo lago con forma de serpiente.

Después de dormir 8 horas bien buenas, me preparo para mí primer trekk en Nueva Zelanda. Haré el Tiki Trail y seguiré por el más famoso de Queenstown: el Ben Lomond Track. Me he cargado con bastante peso, como 8 ó 9 kg, y en seguida me arrepiento.

Las montaña es empinada la muy cabrona. Las vistas son tremendamente chulas, pero el trekk es exigente a tope. Llegar a la falda de la montaña ya son 3 horas a buen ritmo, pero la cima, 1.750 mtrs, tiene delito. Fuertes rachas de viento complican la ascensión. Ahora me alegro de llevar lastre en la espalda. Si no hubiera cargado bien la mochila salgo volando. Llego arriba a las 13 horas, me doy una tregua de media hora para fotos y un sándwich y vuelvo a bajar. En total, hasta el hostel, 7 horas. Estoy muy cansado, dolorido y deshidratado. Hay que apuntar ese nombre: Ben Lomond Track. Criminal.

Dicen que en un local del pueblo, el Fergburger, hacen las mejores hamburguesas del Mundo mundial y venía pensando por el camino en comerme una, pero hay una cola considerable. Hay gente que, para comerse una de esas hamburguesas, espera más de 2 horas. Yo no tengo paciencia para eso, y menos ahora, recién llegado. Lo dejaré para mejor ocasión. Cerquita hay un puesto de hamburguesas veganas y, como me apetece saber qué es «eso», lo pruebo. Pues no está mal. A mí me da igual una cosa que la otra, y más sano seguro que lo es. Soy omnívoro total. Si hay que comer vegetariano perfecto, si hay carne pues se come, si lo que toca es vegano muy rebien.

Me duelen todos los músculos y me voy a pasar la tarde de vagancia total, aunque eso es relativo. La verdad es que no tengo tiempo para aburrirme. Más bien me falta. Mis labores de viajero me tienen bien entretenido: control de presupuesto, blog, transportes, alojamientos, compra de avituallamiento, colada e higiene, información y organización sobre lugares y actividades, trámites y gestiones sobre requisitos de viaje, control y organización de mochila y equipo…  Me encanta!

Me despierto maltrecho. Quizás la Navidad me pasa factura.  Cierto que he hecho trekks y también que he andado muchas horas por ciudad, pero la montaña es la montaña y no subía ninguna desde hace 15 días. Me tengo que poner en forma porque, en nada, hago el Routeburn Track, 2 noches/3 días que me van a poner otra vez a prueba.

Subo a Queenstown Hill por la mañana y hago el Sunshine Bay Walk por la tarde. La primera es una colina de 900 mtrs con las mejores vistas sobre la ciudad, y el segundo un paseo por la costa descubriendo las playas del lago. Una chulada. Aquí hay senderos para dar y tomar. Total,  casi 6 horas mochileras más. Me voy poniendo a tono.

Al día siguiente he de cambiar de hostel. Este está a tope. Vaya día! Lo que decía, gestiones y más gestiones. Desayuno, checking en el nuevo alojamiento, reservo para mañana una excursión a Milford Sound, compro billete de bus para mí próximo destino, reservo hostel allí, voy al súper, limpio y seco la ropa, me hago la comida, hago el briefing del trekk de pasado mañana,… Al atardecer me da tiempo para hacer el Frankton Track, 3 horas por la otra orilla del lago.

Cambio de tercio. Esto está lleno de chinos. Son muy graciosos. Se chiflan por fotografiarse unos a otros haciendo monerías. No sé limitan a las poses clásicas, ni mucho menos. Se contorsionan, pegan brincos, hacen signos y posiciones ininteligibles y representan toda una especie de ceremonia tipo espectáculo circense que ríete tú de la Pantera Rosa. Tienen el cuerpo elástico, la imaginación creativa y ni el más mínimo sentido del ridículo.

Yo me los miro a ver si alguno se descoyunta pero no hay manera. Ji, ji, ji, ja, ja, ja, y a por el número siguiente. Se lo pasan estupendamente. A mí me da que la especie humana estamos sufriendo una involución genética de consecuencias imprevisibles que va a revolucionar el campo de las Ciencias Naturales. No sé si vamos otra vez hacia el mono o tiramos más al urogallo. Si Darwin levantara la cabeza…

¿Qué cómo se que son chinos? Obvio: por qué hablo perfectamente Mandarín. No, eso es broma, pero lo que si es verdad es que tanto viaje me ha musculado un sexto sentido para las nacionalidades a base de fisonomías, actitudes, formas de vestir, expresiones, etc.  De todo hay, naturalmente pero, en genérico,  el chino es fácil: es alborotador, grupal, infantil, no siente empatía por nadie, viste de bazar y digamos que su educación es diferente a la del resto de los mortales.

Me he ido de tema. Vuelvo al cauce. No me gusta ir a excursiones organizadas y de pago pero Milford Sound es visita obligada. Cómo el Perito Moreno o el Machu Pichu. Decía Kipling que es la 8ª Maravilla del Mundo, aunque eso lo he oído decir de muchos lugares. Además, el día antes de iniciar un trekking de varios días no me gusta hacer nada de ejercicio, así que un viaje en bus y ver un fiordo en ferry es un buen plan. Estos días me he pegado una paliza de campeonato.

Para ver el Milford vamos a Te Anau, donde volveré mañana otra vez para iniciar el Routeburn Trek. Tengo el primer contacto con las montañas con las que me veré las caras durante los próximos 3 días. Magnificas.

Milford Sound es otra obra maestra de la Naturaleza para contemplar y disfrutar embelesado. El día es nublado, ventoso y frío y no da para muchas alegrías, pero el fiordo y sus saltos de agua son impactantes. De todas formas, para mí es una excursión turística que hago únicamente por conocer, pero que no me da vida… no me hace hervir la sangre. No me va ver la Naturaleza desde detrás de la barrera. Yo lo que quiero es, ya, meterme dentro. Mañana empiezo el Routeburn Track. Ahí me quiero ver…

 

2 COMENTARIOS

  1. Tenemos unas ganas enormes de hacer un recorrido por ese país y tu descripción incita más. Lo que explicas de los chinos es divertido pero cierto, más de una vez hemos sido testigos de las escenas que montan para hacerse fotografías, en sitios estratégicos, y realmente llaman la atención.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí