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Entre parentesis. «Just walking».

Just walking. 

A veces me preguntan mi opinión por la diferencia entre viajar y hacer turismo. Hay muchas diferencias esenciales entre un viajero y un turista. Vamos a hacer un repasito:

Lógicamente, el tiempo es un factor de diferenciación. Es difícil viajar 15 días. La limitación de tiempo supone que el turista necesita un grado de concreción de programa que el viajero no. El viajero va montando su viaje poco a poco y sin excesivas prisas porque tiene el bien más preciado: tiempo. Tiempo que, un día u otro, también se acaba, desde luego. 

Otro es el modo de transporte. Los viajeros nos trasladamos de un lugar a otro con los mismos medios que los nativos, normalmente lentos, complicados si no tienes práctica, y lentos. La necesidad de amortizar un vuelo en poco más de 15 te obliga a ir directo al grano y, por tanto, «perder el tiempo» en traslados lentos es complicado para un turista. 

El viajero también se diferencia del turista en la ligereza de equipaje. Obvio. Ocho kilos de equipaje son más que suficientes para un viajero. Un turista necesita eso, más otros 8 de «por si acaso».

Y otra diferencia más es en el ritmo de gastos. Quizás puedes gastarte 3.000 euros en 15 dias o 6.000 euros en 1 mes, pero gastarte 60.000 en 10 meses son palabras mayores y no todo el mundo los tiene así que hay que ahorrar como ratas. O como viajeros 

Y quizás la mayor diferencia es el «rambling» . El turista va a ver o hacer cosas determinadas. Las pirámides de Tal, los animales de la reserva de Pascual, el Desfiladero de Digo, la catarata de Diego. El turista se traslada para hacer deportes acuáticos, trekking, a descansar o a…. El viajero no va «a ver» ni «hacer» nada en particular si no que va «a vivir». Naturalmente tiene sus gustos y preferencias pero, esencialmente, ramblea, deambula y, deambulando, no busca más que experiencias de vida, a veces serán fuertes y a veces sencillas. No busca nada extraordinario fuera del propio viajar y vivir. Por ello, al no buscar nada en particular le es casi imposible frustarse y le es tan o más satisfactorio ver un tipo subido a un tractor recogiendo cerezas que el Taj Mahal. Y si encima el tipo te da charla un rato y te regala un puñado de esas cerezas ya es para bingo.

Es el «just walking» que, en esencia, es lo que más diferencia un viajero de un turista. Muchas veces, en lugares poco visitados, los nativos, extrañados de ver un forastero, me han preguntado: «¿Qué haces aquí?» Y yo siempre contesto: «Solo camino. Just walking» 

Obviamente, tampoco los cánones de valoración de un turista y un viajero de los distintos elementos de un viaje tienen nada que ver. Por ejemplo, si en un hospedaje el viajero no pasa frío, no tiene cucarachas y tiene wifi, ya está como en casa. Y, la verdad, si alguno de esos 3 falla tampoco pasa nada. 

El ritmo, como consecuencia del tiempo de viaje, obviamente también es diferente. El turista ve y el viajero vive por lo que el segundo estará el doble o el triple de tiempo en cada destino. A veces más. No necesitas el mismo tiempo, por ejemplo, para ver una montaña que para subirla. El turista ha de acumular «vistas» en poco tiempo y su experiencia será global mientras que el viajero buscará la experiencia en cada una de sus paradas… y en ninguna en especial. Just walking. 




¿Qué pasa en casa? Temporada.

¡Qué vienen!

Doy por inaugurada oficialmente la temporada de turismo en mi casa, Begur, y en consecuencia, yo me largo por ahí a continuar con mis labores. Hordas de los imperios del Norte y del Sur están ya cercando nuestro pueblecito y el asedio pinta durillo.

Una cosita: los que vengan por aquí háganme el favor de tratar bien a la gente que se dedica a la restauración y demás servicios turísticos. Vale que la mayoría de mis amigos son de ese ramo y, por tanto, no soy objetivo, pero en su gran mayoría son gente buena, esforzada e inteligente porque, para tratar al público sin morir en el intento hay que ser muy y muy inteligente. ¿Què de eso se ganan la vida? Claro, pero lo del trabajo cara al turismo tiene su guasa.

Al respecto reproduzco una anécdotas que explique en mi Facebook particular en mayo, más que nada para que se sepa lo que NO hay que hacer:

«Hoy ha sido un bonito 1 de Mayo y me han pasado algunas cositas que me apetece compartir con el público asistente.

En el Bar … me han homenajeado, supongo por lo del Día del Trabajador, con un catxoflino de rape, puntas de calamar y patatas «pa chuparse los deus». Rebueno.

La comida ha venido amenizada con espectáculo en directo. Yo he llegado tarde, pero en la terraza, un individuo, entre Pedro Picapiedra y el coronel Tapioca, ante el solano que le caía sobre la tonsura, ha pedido uno de «esos sombreritos indianos de paja». Cuando le han dicho que no tenían, el interfecto, ha argumentado, con toda su razón, que le parecía muy ilógico que, en invierno, algunos bares pusieran mantitas a disposición de sus estimados clientes y, en cambio, en verano no dieran los sombreritos que son de primera necesidad en cualquier villa Indiana de categoría. «Pues no hay» se le ha repetido. Henchido de indignación cristiana, el bípedo en cuestión ha amenazado: «Pues nos vamos». No se ha ido.…»

Lo dicho, prisas, peticiones caprichosas, gruñidos, salidas de tono, chuleadas, mal humor, calentones de lengua, etc, lo mínimo. Si se sustituye todo eso por calma, empatía, orden, sonrisas, respeto, buena educación, inteligencia emocional, etc, todo funcionará mejor e irá como una seda. Al fin y al cabo, son vacaciones.

Y, por cierto, ahora que hay nuevo Ajuntament: ¿para cuando soluciones de vivienda para trabajadores de restauración y turismo? Muchos de ellos no son temporeros sino ciudadanos de aquí. Begur es caro y, si esos se van, habrá que buscar personal en Pernambuco.

NOTA: La foto es un pequeño homenaje a mi admirado Antonio Fraguas «Forges». Un genio.




A MI GUSTO: Diez playas del Mundo.

Vale que esta sección se llama A MI GUSTO, pero el título del post es «Diez playas del Mundo», y no «Las 10 mejores playas del Mundo».

Estas que siguen son playas especiales para mi, para bien o para mal, y todas ellas me han sorprendido que, al fin y al cabo, un viajero es lo único que busca: vivir sorprendido constantemente.

Ahí va mi selección…

Cap Tribulation, Australia. Especialísima por peligrosa: cocodrilos, tiburones y medusas, de las que si te pican te provocan un ataque al corazón, borran de las playas de esta zona de Australia todo atisbo de romanticismo playero.

Cairns. Más Australia. Más cocodrilos y tiburones y más medusas letales. En el momento que pones aunque sólo sean los pies en esos mares estás ya en peligro inminente. 

Chowpatty India. La playa de Mumbai, la ciudad que nunca duerme, es, dicen, la playa más contaminada por el hombre que existe en el Mundo. Hace años que no estoy alli y dicen que se están organizando para arreglar el desastre. Habrá que verlo. 

Copacabana. Brasil. En esa playa de Rio hay mucho cuerpo Danone pero no te puedes distraer ni un segundo. Los ladrones playeros son un ejercito y sus estrategias y trucos darían para un tomo de la Espasa Calpe. Es la cueva de Alí Babá con samba y caipirinhas. 

Sa Riera, Begur. Bien… es mi playa. Aquí he pasado la vida y era un verdadero vergel. Hoy sigue siendo un lugar bonito, muy bonito todavía, pero el urbanismo salvaje ha hecho mucho daño al Paraíso. La codicia humana no tiene fin y, si se mezcla con la estupidez y el mal gusto, el brebaje resulta tremendamente dañino. 

Port Barton. En la isla de Palawan, y en todo Filipinas, hay muchísimas playas encantadoras. Port Barton es un pueblecito de pescadores todavía no muy maleado por el turismo y las playas y arrecifes de las proximidades son para alucinar pepinillos, solo o, mucho mejor, con el amor de tu vida.. aunque después resulte ser sólo el amor de una semanita.

Kho Tao, Tailandia. Si no incluyo aqui una playa de las miles de Tailandia supongo que alguien me dará un capón asi que para muestra un botón: Ko Tao es un mítico destino de viajeros y turistas y, en especial, un paraiso para aprender a bucear a bajo precio. Mucha puesta de sol, gente joven y guapa y mucha juerguecita para el que quiera. 

Sharm el Sheij, Egipto. Las playas de Sharm el Sheij son la NADA por arriba, puro desierto, y el TODO por abajo, pura película fantástica. El Mar Rojo es dificilmente superable como destino para buceadores. . 

Ifaty, Madagascar. No hay que engañarse y las cosas son lo que vives y con quien lo vives. Es un lugar precioso, de esos de documental y folleto pero, además, en esta playa lo pasamos estupendamente con mi hijo. 

FitzRoy Island, Australia . Uno de los trozos mas bonitos del planeta Tierra. En pocos lugares puedes ver mas vida y naturaleza pateandolo o con unas gafas de snorkeling. O quizás exagero porque este planeta es absolutamente…

MARAVILLOSO. 

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Cajón de Sastre. Miradas (3ª parte). ¿Ojos que no ven?

Hay ojos que miran sin ver y hay ojos que no ven pero miran muy dentro.

Accede a la galería al completo, haciendo click en las imágenes.




El CAU. Nivia Aramburu Labandera.

Las pequeñas cosas

Nivia es una uruguaya fiel seguidora de alasyviento.com. En un comentario al post «Rusia (y 5) Vladivostok. El kilómetro 9.288» me decia:

Impresionante el relato! Admiro la capacidad de disfrutar de las grandes y pequeñas cosas que el devenir del viaje le depara, pudiendo descubrir lo escencial, en cada lugar, en cada cultura, en la gente…!!

Me hizo pensar y le conteste: 

Muchas gracias. Realmente yo disfruto enormemente de todos los viajes. Viajar es mi hábitat de vida y de crecimiento y escribir me ayuda, no solo a recordar, si no a digerir lo vivido. Es un placer.

Disfrutar de las pequeñas cosas… ¿No es ese el sentido de la vida? Hago lo que hago con pasión, gestionando mi felicidad y mi vida en trincheras de placer cotidiano sin más objetivo que crecer y crecer. Y ahí estoy cómodo.

Encima tengo la enorme suerte de que muchos, como Nivia, me siguen en mis viajes a través del blog y me animan constantemente con sus comentarios dándome munición. Hoy en día, a veces, pienso que no se si viajo por viajar o viajo por escribir. Ya está muy mezclada esta combinación. Lo que si sé es que ambas actividades me hacen feliz y eso es, especialmente, gracias a mis seguidores de todo el Mundo. Si nadie te lee, escribir puede ser desalentador. 

Un montón de gracias. 




Entre paréntesis. Un agosto en la ciudad.

«El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo”.

-Así habló Zaratrusta, Friedrich Nietzsche.

Veo a todo el mundo muy metido en si mismo, opinando y sabiendo de todos los temas habidos y por haber y convencidos de su verdad. Las palabras mas utilizadas ahora no son «si» y «no», son «claro» y «pero» y nadie se entiende con nadie fuera de su circulo más íntimo. Y ni eso.

En cambio, la gente se mueve en manada y a un mismo son. En agosto, son vacaciones, se escuchan los tambores de salida y comienza la diáspora. Yo, para variar, a contracorriente.

La brisa marina está sobrevalorada y a más de 10 metros del mar ya es una leyenda, y el aire de la montaña se enrarece por estas épocas con el polvo que levantan las estampidas humanas así que, para mi, lo lógico es ir a pasar el agosto a la ciudad, ahora una especie de Parque de Walt Disney minutos después de sonar una alarma antiaérea. 

Aquí, ahora, los semáforos son poco más que lucecitas decorativas, restaurantes vacíos y encantados de conocerte, periódicos y telediarios sin noticias que tergiversar, museos muertos de soledad para visitar con el silencio compañero, calles, terrazas como oasis remotos y abandonados, plazas y avenidas, libres incluso de patinetes y demás artilugios asesinos que invitan a pasearlas con calma…

La prisa ha huido, el ruido retumba por su ausencia, el stress ha dimitido, el tráfico no da señales de vida, los pájaros cantan y las nubes tienen permiso indefinido, 

Los 4 turistas extranjeros que hay por aquí están encantados de la vida, y yo no te digo. El Paraíso. 

Y es que en el Paraíso es cierto que hay bellezas naturales e incluso artificiales por un tubo, pero lo básico y esencial es que se trata de un privilegio por lo que, tradicional y textualmente, sólo lo disfrutan Adan, Eva y la serpiente. Si en ese Paraíso se hace una buena estrategia de marketing y se le da una buena cobertura mediática, se convierte en un infierno masificado donde, te quieras enterar o no, hay muchas más desventajas que ventajas. Sí, sí, lo admito: en cualquier paraíso yo soy siempre la serpiente. 

Parece un fenómeno extraño que la gente se mueva en masa. O por lo menos a mi me lo parece y me pregunto el por qué de esa obvia e indiscutible tendencia sin la menor esperanza de acertar en la respuesta.

Dicen que es difícil conciliar trabajo, familia, vacaciones… Si Si (emperatriz). Ya Ya (abuela). Quizás. Es difícil saber diferenciar el argumento de la excusa y, desde luego, es mas fácil tirar anclas que izar velas. 

También quizás… ¿Soledad? ¿Miedo? No sé yo por qué ni a qué. 

No sé exactamente lo que es estar solo. Por mas «solo» que camino siempre estoy conmigo mismo y con un montón de pasado y presente o, lo que es lo mismo, no hay manera de separarme de mi. Y, personalmente, no me llevo mal conmigo. ¡Son ya muchos años juntos! No hay pasión pero sí comprensión y cariño. Me conozco suficientemente como para no tener conflictos internos y vivir a gusto de mis todos yo. 

Y miedo, pues que quieres que te diga… A mi me da miedo perder el tiempo en colas y relaciones vacías de contenido, en atracciones más artificiales que extraordinarias y en actividades pasivas de ocio que no aportan absolutamente nada bueno ni física ni psíquicamente.  

¿Quizás miedo al aburrimiento? Hace muchos años leí un articulo de Quim Monzó que sostenía que la actual crisis de verdaderas vocaciones entre la juventud derivaba de la manía de hacer que los niños, constantemente, estén ocupados en actividades extra escolares que llenen su ocio. Al tener todo su tiempo ocupado externamente, nada se mueve desde su interior. 

Y decía Pablo Picasso “Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”. Yo deseo lo contrario: que la inspiración me pille con tiempo para desarrollarla y no viendo un partido de futbol, pegándome con otros 1.000 congéneres por un lugar en la playa o una mesa en un restaurante, o esperando turno para subir a un artilugio de feria más o menos excitante. La inspiración es hija de la calma y el silencio y amiga del aburrimiento. Si puedo elegir, que cualquier buena idea me encuentre sin distracciones ni obligaciones y, a poder ser, solo. Podría parecer que soy un solitario y, la verdad, creo que no sólo lo parece pero, desde luego, para pensar y crear, como supongo para rezar con devoción, mejor en silencio. 

A mi, el no estar dentro del pelotón, me ofrece una perspectiva de la carrera que me satisface. No digo ni mejor ni peor que otras, eso no me compete calificarlo a mi, pero me satisface y, por tanto, hoy por hoy, 15 de Agosto de un año de pandemia, quizás, solo quizás, mi hábitat ideal podría ser, simple y llanamente… un agosto en la ciudad