La historia del Reino de Siam, que abarca del siglo XIV a principios del siglo XX, es una historia de esplendor, guerras, decadencias y renacimientos. En su época fue un imperio económico, cultural, religioso y guerrero que aportó al mundo grandes avances. Fue lo que hoy llamaríamos «un reino de cuento».
La capital, Ayutthaya era, en el siglo XIII, la ciudad más grande del mundo, con más de 1 millón de habitantes, una metrópolis de ensueño y lujo oriental. Saqueada y destruida por los birmanos en el siglo XIII, volvió a recuperar su antigua grandeza hasta entrar en decadencia en el siglo XX. El colonialismo la mató.
Y…abracadabra, ya estoy en Bangkok.
Esta noche en el bus me han comido los chinches, o las pulgas o lo que fuere. Qué más dará el nombre. «Me pica. Me pica».
Bangkok es la capital de Asia. En mi opinión, les guste o no a los chinos y a los indios, esta es la metrópoli más cosmopolita y más representativa del continente. Hay de todo y mucho. Espiritualidad y templos, noche y vicio, mercados y comercio lujoso, alrededores interesantes, grandiosidad y miseria, gastronomía global, negocios y cultura, canales, homelees drogadictos, ….
Y con eso no digo que es la capital que más me gusta de Asia, ni mucho menos. Para mi, Bangkok está muy por detrás de, por ejemplo, Tokio. Pero decir que Tokio es Asia es solo Geografía.
Callejear por aquí es pura aventura asiática y hacerte un plan de visita es misión imposible e innecesaria. Con deambular y dejarte llevar por tu curiosidad ya tienes más que suficiente.
Mi hostel esta en el barrio de Soi Payanak, un barrio popular donde, en 6 días que estuve, en dos etapas, ya conocía a la gente del vecindario, ya nos saludábamos y ya se interesaban por mi, lo cual siempre es agradable. Desde allí, pasando por canales míseros y sucios donde se pueden ver los estragos de la heroína, con vagabundos drogadictos tirados por el suelo sin esperanza ni remedio, llego al centro y recorro la zona del Wat Pra Kaew y el Gran Palacio, aunque la muchedumbre turística es agobiante. Después, para coger energía, como un Pad Thai con gambas en Tha Tian, cerca del Wat Phra Chetuphon, sigo por el mercado de flores, quizás el mercado que huele mejor de toda Asia, y me meto en varios otros mercados de dimensiones colosales. Paso también por Khaosan, la zona turística y jaranera. Allí, hostels, bares-restaurantes, pubs, salones de masajes y agencias de viaje. Nada…pero si se llega allí, bueno es pasarse por Sanset Soi. Un aperitivo de 5 gambas a la barbacoa y una cerveza, 3,5 euritos.
Tras montones de templos y calles comerciales de todo tipo y condición, vuelta al hostel, una cena de arroz con pollo en un chiringuito de la calle y a la cama prontito. Mañana me voy a Ayutthaya
Dos curiosidades: 1.- El Wat Phra Chetuphon se llama, en verdad, Wat Pha Chetuphon Vimolmangklararm Rajwara Mahaviharm. ¡No son nadie estos tailandeses poniendo nombres! 2.- Dentro de algunos mercados hay santuarios y budas. Cada vez que la gente pasa por delante, hace un saludo respetuoso de adoración. Sospecho que algunos dan rodeos para no andar con tanta reverencia. Cargados como suelen ir, debe ser un suplicio.
Ayuttaya és una ruina. No es que no sea interesante pero, si has visto Siem Riep y Bagan, se te queda pequeñín y pobre. Las guerras y los saqueos han hecho de aquella ciudad imperial una parábola de la futilidad de la vida y la grandeza. Hoy eres el amo del Mundo y mañana una decrépita e insignificante nota a pie de página en el libro de Historia, un producto turístico cultural de importancia muy relativa. El bochorno hace el paseo pesado, la lluvia empeora las cosas y una fastidiosa infección de encías acaba de arreglarme el día.
Como delante de uno de los lagos del recinto y espero a que acabe el chaparrón. No solo como yo, también salen a comer unos enormes lagartos anfibios de aspecto amenazante que patrullan el lago. Feos.
Hay mucho elefante enjaezado paseando turistas, cosa que me eriza los pelos de la nuca y me produce sarpullidos cerebrales muy molestos. No entiendo què siente un ser humano en pasear a lomos de un elefante. ¿Se siente un poco rey/dios de aquella época? ¿Se le hincha el pecho y se le estrecha el ortillo de orgullo y vanidad? Esos animales son formidables y su explotación cutre da repelús. A mi, verlos montados por primates en bermudas, supuestamente superiores, me revuelve el estómago. Lo siento, pero no puedo con “eso”. Los humanos constantemente desmerecemos, con nuestra conducta, la categoría de especie superior. Dominante si, pero superior… Esto no puede acabar bien. Seguro que los reyes de Ayuttaya pensaban que su imperio duraría para siempre.
De vuelta al hostel, autobús y tuk tuk entre el tráfico nocturno de Bangkok. Por cierto, aquí hay enorme respeto por los peatones. Unos caballeros al volante.
Al tercer dia vuelvo a dejarme llevar en deriva por las calles de Bangkok sin plan ni destino. Pasando por delante del Wat Traimit Witthayaram, aparezco en el Arco de Chinatown y rambleo por el mercado. Como un pato braseado con arroz, paso a la otra orilla de la ciudad por un magnifico puente de hierro, me encuentro el Wat SanphanThawongsaram (id aprendiendo los nombres que después haré examen), presencio un funeral…
Intento escuchar, ver, oler, saborear y tocar la ciudad y notar como me siento. Encuentro bullicio, rincones, caras, aromas, paz… me embeleso, me entristezco, capto miradas, observó movimientos, me pierdo, recuerdo, me sorprendo, sonrío… y voy haciendo camino en busca de sensaciones sin etiqueta. Un paseo increíble.
Lllego a unos muelles, recorro mas templos sin nombre o de nombres tan complicados que ya me niego a retener, me meto en calles fuera del circuito turístico sin más atractivo que la gente variopinta que me mira con la misma curiosidad que yo a ellos y, al final, cruzó el río de vuelta a la otra orilla, esta vez en una barcaza. Justo a tiempo. Empieza a diluviar.
Me paro a tomar una cerveza en Tha Tian y se me hace tarde buceando en mis pensamientos y mirando pasar a la gente. Se ha hecho de noche y vuelvo a mi barrio por calles y mercados vacíos, con los últimos trabajadores y transeúntes acabando quehaceres y volviendo a casa. Se me cruza por delante una rata. ¡Menos mal! Ya empezaba a pensar que estaban todas en las cazuelas. Me acuerdo de Yao y me río solo.
Hoy había quedado con Nani, Encarna, mi compañera en la jungla laosiana que vuelve a casa desde Bangkok. Pero se ha puesto mala. Hizo ayer una inmersión en Kho Tao, ha tenido una reacción alérgica y perdió el ferry. Me hubiera gustado oír qué se siente al volver. Sé que es difícil.
Os lo tengo dicho,
Consejo de viajero: antes de un viaje importante, tipo intercontinental o vuelta a casa, prudencia: ni comidas copiosas y extrañas para vuestros estómagos, ni deportes de riesgo. Es normal querer apurar hasta el último momento cuando se es feliz pero…
Mañana salgo hacia Kho Tao. Toca playa.