En Moshi ya está Stella en la estación. He decidido no esperar mas y empiezo a subir al Kilimanjaro pasado mañana. Punto y se acabó. O punto y empezó. Non va plus.
Me han reservado un lodge magnífico, un caserón enorme con una habitación principesca. Mañana hacemos el breafing, control de equipo, miro de ir a que me hagan un análisis a ver si todo anda bien… y a por ello.
Perfecto el análisis. Quería, siguiendo instrucciones de mi equipo médico habitual, mi ex mujer y mi hijo, ver si encontraban la razón del cansancio que llevo encima o, por lo menos, descartar infecciones. Parece que todo va bien… solo que he perdido 10 kg en los poco más de 80 días que llevo de viaje. Peso ahora 54. Claro, poca energía puedo tener en tan poca carne. Ya hago lo posible por comer pero el gasto supera el ingreso y ya se sabe que eso lleva a la ruina. Así me va. Pues nada, a tirar con lo que queda.
Me dan unas pastillas para la tos que no me deja dormir por las noches. Es echarme en la cama y empezar a toser como si me ahogara. Parece ser que no son secuelas de la gripe mal curada si no algo alérgico. Llámale demasiado polvo en el camino. No sé. Es molesto, para mi y para los que están cerca. En un Campo base eso serà un problema.
Y nada más. Mis amigas Stella, de la agencia, y Tina, la propietaria del guesthouse, que me cuidan como a un niño, me llevan a cenar una barbacoa y a las 8 pm me subo a la habitación ya solo con mis pensamientos. Todo preparado. Mañana es el día.
Difícil explicar en qué se piensa y qué se siente el día, la noche, antes de empezar una ascensión. Pienso y siento cosas muy variadas, muy caóticas. Esta noche soñaré que hago cima en el Kilimanjaro. Mañana ya no pensaré ni soñaré nada, solo caminaré. Hacia arriba, siempre hacia arriba.
Machame Gate. Algunos ya han empezado y otros no han llegado, pero en este momento, 10 am, cuento entre 30 ò 40 expedicionarios que se convierten en casi 200 personas. Las normas del Parque Nacional Kilimanjaro obligan a que, con alguna precisión en cuanto a composición de grupos, cada trekker tenga un equipo de 5 personas: 1 guía, 3 porteadores y un cocinero. Los porteadores no pueden, por Ley, cargar más de 20 kg cada uno. Mochilas, botiquines, tiendas, comida, utensilios cocina, bajar basura, subir agua… Hay faena.
Lo cierto es que esto está bastante bien organizado y es un buen sistema de turismo sostenible y de repartir trabajo. Aquí te cobran casi 850 $ de tasas por 6 días en el Parque. Todo parece cuidado, limpio y, en principio, se dà trabajo a un montón de gente sin explotarlos con cargas inhumanas y salarios de miseria. Al final, además de las tasas te dejas, por lo bajo, otros 500 $ en una semana así que fíjate si es rentable. Y hay algún personaje que todavía se cree que el trekking es de mochileros melenudos que comen pan con sardinas en lata.
Si señor, si en todos lados se dedicaran a promover este tipo de turismo, en lugar de destrozar la Naturaleza a ladrillazos, otro gallo cantaría. Con suerte cantaría hasta su parienta, la gallina de los huevos de oro.
Y digo «parece», y «en principio», porque esto es África y África está en este mundo donde la especie dominante es el ser humano. Al final, si profundizas un poco, llegas a la conclusión de que, con el sistema en cuestión, solo se hacen ricos unos pocos, que las instalaciones a partir de los 3.000 mtrs son un puro asco y que los porteadores cobran 6 ò 7 $ al día por hacer un trabajo de mulas de carga. El sistema es bueno pero, como siempre, los humanos lo prostituyen. ¡Qué especie tan horrible!
Hay varias rutas para llegar a cima. Yo he escogido Machame route, 6 días. Muchos la hacen en 7 días para tener un día más y descansar y aclimatar bien antes de atacar Uhuru Peak. A mi, un día de espera en el último Campo base creo que se me haría largo.
La primera jornada son solo 10 km pero no es un paseo. De Machame Gate, a 1.800 mtrs, caminamos por un sendero entre bosque húmedo con un desnivel, suavito primero, que se pica después aunque sin mucha hostilidad, hasta Machame Camp, a 3.100 Mts. Paramos a comer y, entre eso y un ritmo bajísimo que imprime el guía para evitar el mal de altura, son casi 6 horas de caminata.
Ya en la tienda, sin novedad en el frente. Ni rastro de dolor de cabeza ni estómago revuelto aunque al final, en algún momento, el corazón se me ha puesto al trote. Cena de sopa, pescado y verduras. Las temperaturas van bajando y calculo que esta noche ya nos ponemos a 0º. El campo está congestionado. A lo mejor no hay más de 100 trekkers pero multiplica y eso son 500 personas.
La tos me da la nochecita. Tengo que dormir sentado. Es muy incómodo. Esto se va a convertir en el peor inconveniente de la ascensión.
Sale el sol. Hoy es la jornada más corta y suave de los 6 días pero hacemos un desnivel de casi 800 metros en 5 km. Me despierto con un poco de dolor de cabeza. ¡Miau! Ya está aquí el Mal Alto. No pasa nada. A hidratar. Ave María.
El sendero se empina de entrada y caminamos, todavía en bosque aunque ya más abierto, durante un par de horas. El Monte Meru, imponente en sus 4.500 mtrs, nos queda a la espalda.
Me siento bien y disfruto de camino y vistas. Se oyen un rato notas de reguee mezcladas con rap y ritmos africanos. Una tregua llana entrando ya en el páramo alpino y vuelta a subir, cada vez más fuerte. Primeras hemorragias nasales handicapan a algunos. Ya hay que utilizar manos y pies.
En dos horas entramos en Shira plateau y nos ponemos a la vista las Shira Cathedral, una preciosa cadena de montañas envueltas en niebla. Eso significa que, en 15 minutos, llegamos al Shira camp. En el último tramo me mareo y me desestabilizó un poco. Aunque hasta aquí no ha sido ninguna fiesta, estamos a casi 4.000 metros de altura y huelo que vienen tiempos peores. A partir de mañana «esto» ya será otra cosa.
Una puesta de sol de las que no se ven muchas en la vida cierra el día, pero el dolor de cabeza me confirma que se acabaron los prolegómenos, mimitos y calentamiento previos. Empieza la montaña de verdad.